La situación es complicada. Muy difícil, qué quieren que les diga. Tanto, que en el Pleno del viernes todos los temas giraron, de una forma u otra, sobre la pandemia del covid-19 y sus devastadoras consecuencias en nuestra economía y en la forma de vida. Se habló, otra vez, de la necesidad de que los ayuntamientos españoles puedan meter mano al superávit para dedicarlo a ayudas sociales (Cs y PP llevaban mociones al respecto), después de la derrota parlamentaria del PSOE con ese intento de confiscación general de fondos ajenos que casi le sale bien; de la necesidad de que la Junta invierta el dinero recibido por el Gobierno, los 1.000 millones de euros que le tocaron en suerte, en sanidad y educación para mejorar la capacidad de respuesta en ambos sectores ante esta maldita enfermedad (moción del PSOE); Adelante Málaga, confluencia de IU y Podemos o, mejor dicho, convergencia desde que han empezado los tiras y aflojas sobre la denominación, llevó una moción sobre la necesidad de recortar un 50% el dinero que se gasta el Consistorio en pagar a 78 altos cargos, en su mayoría de confianza o, según el portavoz, Eduardo Zorrilla, «nombrados a dedo», y dedicar ese cash a políticas sociales, algo que, por cierto, enfadó mucho a su homóloga en el PP, Elisa Pérez de Siles, quien acusó a los morados de mentir y criticó la campaña publicitaria puesta en marcha en la que puede verse al alcalde vestido de camarero bajo el lema «Invita Paco pero pagas tú», en relación a esos sueldos (esto lo dijo en una nota el jueves, no en el Pleno); y se debatió sobre la necesidad de apoyar a las empresas hosteleras y de ocio nocturno y de ser más flexibles (Cs) con los aforos que se permiten en los espectáculos culturales. Los temas centrales de la ciudad como la limpieza o centrar la acción de gobierno en el caso antiguo y mirar poco a los barrios han quedado relegados a la hibernación mientras que el covid-19 tiene el mando en plaza de la agenda política malagueña. Y, claro está, así debe ser. Lo urgente no puede opacar lo importante. Lo trascendente, lo vital, añadiría, porque cada día que pasa sabemos algo más de las secuelas potencialmente destructivas que deja en el cuerpo tras habitarnos y ya conocemos muy bien que su letalidad es importante, más que la de la gripe, aunque ahora, al hacer más pruebas para buscarlo entre la población, se haya reducido el tanto por ciento de la misma.

El regidor malagueño lleva meses insistiendo en la necesidad de combinar, de una vez por todas, la vida cotidiana con las medidas de seguridad, aunque al fondo vuelven a sonar las alarmas médicas en el sentido de que crece la ocupación hospitalaria y de las UCIS. Al alcalde se le ha ocurrido la idea de hacer dos mil test rápidos estos días a hoteles y restaurantes de la capital, algo que también va a aplicar en Greencities, el evento que se celebra los próximos miércoles y jueves en el Palacio de Ferias y Congresos de la capital. Dice que son muy fiables, según ha leído, y que si se hace a los trabajadores de estas empresas, muy expuestos a un posible contagio por el lógico hecho de que, para comer, hemos de quitarnos la mascarilla, podríamos avanzar en seguridad sanitaria, también como destino. Y, de paso, reclamó de nuevo la realización de test en origen y destino, en los aeropuertos, como medida básica de seguridad. La idea es una prueba piloto y espera el alcalde que funcione como ejemplo para el sector privado y las empresas, por menos de un euro al día y trabajador, las apliquen. No esta mal pensado. Incluso, deslizó la cuestión de que podría realizarse también a los clientes de hoteles y restaurantes. Y exigió a la Junta y al Gobierno (muy contento con la primera, descontento con el segundo) que promocionen esta historia, a ver si cunde el ejemplo, además de reclamar que se dé publicidad también en esta actividad de la aplicación Radar Covid. Mientras más gente la use, más seguros estaremos, vino a decir.

E incidió en rueda de prensa en que iba a seguir apoyando al Centro con descuentos en tiques de museos, aparcamientos y otros. Como diría Nicolás Sguiglia, edil de Adelante, «un tique y una tapa» para resolver la caída de visitantes en el Centro, lo que acaba afectando, queramos o no, a las economías de todos y a muchas familias que viven de la hostelería y de la actividad turística. Dijo Rosa Sánchez, edil de Turismo, en una comisión celebrada la pasada semana que las visitas a la ciudad han caído un 80%, lo que refleja claramente la crudeza de la situación por la que atraviesan muchos empresarios y sus familias, así como los empleados que trabajan para ellos. Esta misma semana se manifestaron frente al Consistorio (junto al ocio nocturno) para pedir ayudas. Como dice un querido columnista de esta casa, Mariano Vergara, cuidado, porque con las cosas de comer no se juega.

Por cierto, el portavoz del PSOE, Daniel Pérez, continúa de baja tras ser padre, y esta semana hemos vuelto a ver que Begoña Medina, viceportavoz del grupo municipal, está a la altura cuando las circunstancias lo requieren. Aunque lo cierto es que el empuje de Medina y de su compañero Jorge Quero, un edil vehemente que sabe tela de movilidad, ni los argumentos afilados, comprobados en su propia piel como ciclista de pro, de Eduardo Zorrilla, han servido para que el equipo de gobierno acepte las alegaciones a la Ordenanza de Movilidad, que saca, de un plumazo, a los patinetes y las bicicletas de la acera y de las zonas peatonales y las manda, cuando no hay carril bici como establecen los cánones del ecologismo que por aquí practicamos poco, a la calzada (con velocidades máximas permitidas de en torno a 30 kilómetros por hora), lo que ha generado muchísimas protestas entre ciudadanos que usan la bici regularmente, por los posibles problemas de seguridad y los accidentes que podrían tener lugar. Aunque bien es cierto que el parto del texto ha sido arduo y sólo por eso hay que felicitar al equipo de José del Río, edil del ramo, quien, por cierto, avanzó que está hablando con la Junta para hacer carriles bici desde la capital al Rincón y al PTA. La comisión de Movilidad extraordinaria del pasado martes, que iba a ser un mero trámite, se alargó una hora y pico. El debate fue enconado y, en algunas ocasiones, esclarecedor sin que uno deje de pensar que este es un asunto complejo en el que hay que ir poco a poco. Y que el papel, como dicen por ahí, lo aguanta todo. A ver cómo se concreta todo en la vida real.

Lo que se ha sabido también esta semana es que Urbanismo ha licitado la intervención en calle Carretería, una de las vías emblemáticas para los malagueños que, además de contar con una plataforma única para el tráfico y los peatones, reducirá la circulación a la mitad, ya que sólo permitirá el paso a taxis, vehículos de residentes, emergencias y servicios. De cómo salga esta actuación (casi cinco millones de euros), dependerá lo que se haga luego en calles adyacentes hasta la Victoria (el proyecto de Álamos, a punto de ser licitado), la intervención en el túnel de la Alcazaba (su reforma), el Neoalbéniz y la importante y potencialmente revitalizadora obra de calle Victoria (donde habrán de decir los vecinos): ¿semipeatonalización, peatonalización completa...? Veremos.

Se debatió en el Pleno, por cierto, una moción del PP para que los concejales apoyasen la Monarquía parlamentaria y, claro, todos, excepto los tres de Podemos e IU, dijeron que sí (son coherentes con su ideología), y se habló del emérito y de república o monarquía y de cosas que, sinceramente, ahora mismo no tocan, porque como bien dijo Noelia Losada, portavoz de Cs, la gente está preocupada por la salud de los suyos. Y, como ya destacó el gran escritor Javier Cercas, el problema de España tal vez sea de más o menos democracia, no de monarquía o república.