Con 34 años, a Meritxell, médica de profesión, le detectaron cáncer de mama. Tras pasar por una quimioterapia, una mastectomía, radioterapia y terapia hormonal, nada le frenó de su deseo de ser madre de nuevo. «Cuando tienes cáncer de mamá te dan una terapia hormonal, y obviamente tus reservas ováricas decaen por todo el tratamiento. Los oncólogos recomiendan ser madre de nuevo una vez que acabas con la medicación, pero no puedes dejarla hasta que se cumplan cinco años».

El pasado año se diagnosticaron más 33.307 casos de cáncer de mama en España. Este tipo de cáncer es ya, según datos de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), el cuarto tumor más diagnosticado, y el primero entre la población femenina. Lo que se traduce en que alrededor de 100.000 personas padecen hoy en día cáncer de mama en España.

Según la AECC, aproximadamente una de cada ocho mujeres tendrá cáncer de mama a lo largo de su vida. A pesar de que este tipo de tumor tiene mayor incidencia entre los 45-65 años, nada le esgrime de poder aparecer a cualquier edad fértil. Y es aquí, cuando la mayoría de pacientes cree que sus posibilidades de ser madre están limitadas, o lo consideran casi imposible.

Los datos proporcionados por el Consenso de Cáncer de Mama y Fertilidad de la Sociedad Española de Senología y Patología Mamaria, demuestran que de aproximadamente la mitad de las mujeres que superan un cáncer de mama y desean o intentan quedarse embarazadas, tan solo el10 por ciento llega a concebir hijos. Pero, ¿y si eso no fuera exactamente así?

Desde la Asociación Gesfera, consideran que estas cifras son el resultado de una falta de asesoramiento rápido y adecuado en fertilidad, que hacen que se reduzca la tasa de embarazos en las pacientes y dificulte la adaptación psicológica para afrontar el cáncer de mama en mujeres en edad fértil.

En el caso de Meritxell, optó por no esperar todo ese período de cinco años y tomó una arriesgada decisión: dejar la medicación e intentar ser madre: «Quería tener un segundo hijo. Tras dos años de terapia hormonal se lo planteé a mi medica y me dijo que había un estudio a nivel europeo en el que, gente con mi perfil, que dejaba la medicación para quedarse embarazada, tenía la posibilidad de tener una recaída».

Tras dos años desde su diagnóstico, decidió dejar el Tamoxifeno, un medicamento que se emplea como terapia complementaria, y emprender su nueva aventura.

«Tuvimos que esperar tres meses porque si no el bebé podría tener malformaciones. Teníamos que intentarlo un año de manera natural, sino in vitro. Siempre en estas situaciones y antes de comenzar con los tratamientos, los oncólogos te ofrecen congelar tus óvulos, aunque yo decidí no hacerlo», dice.

Pero al mes, Meritxell logró quedarse embarazada, de manera natural y no tuvo ningún tipo de repercusión, ni en ella ni en su hijo. «Una vez que lo tienes se te quitan todos los miedos, pero te piden que vuelvas a la medicación. En mi caso era muy importante dar lactancia y se lo dí. A los cinco meses volvimos a terapia hormonal», aclara.

En su caso, todo salió de la mejor manera posible pero hay otros casos; como el de Tania, que tras casi cinco años desde su cáncer, ha preferido esperar.

Cuando se lo detectaron, Tania, ya tenía una hija de dos años y medio, pero siempre quiso tener otro hijo.

«Mi cáncer era triple negativo, un tumor muy agresivo en los ganglios y era genético. Pase por quimio, radioterapia y doble mastectomía», afirma.

El tumor de Tania, lo catalogaban como «muy raro», porque no suele volver, pero los dos primeros años eran los más críticos, ya que había un 85 por ciento de posibilidades de que tuviese una recaída.

Por aquel entonces, esta profesora de guardería, tenía 28 años, y hacía seis meses que había perdido a su padre, debido a un cáncer pulmonar.

Atravesaba uno de los momentos más duros de su vida, y ante las dudas que tenía, decidió hacer un grupo de apoyo; que ahora tiene más de 1.400 mujeres, de todo el mundo: «Desgraciadamente somos muchas», asegura.

Antes de la terapia hormonal, su oncóloga le ofreció diversas alternativas, como congelar sus óvulos, ya que aún era una mujer fértil: «Yo decidí no hacer nada, en esos momentos solo pensaba en: tengo una hija, tengo que curarme y ya pensaré en otra cosa. En esta situación, ser madre de nuevo no era algo que me preocupase, porque cuando ya eres madre es más fácil, ese sentimiento ya lo tienes», afirma.

Tania decidió ser prudente y esperar un par de años para ser madre de nuevo: «Yo tuve la suerte de que a la segunda quimio ya no tenía nada, pero siempre te queda el miedo de, ¿y si tengo una célula suelta por ahí?», dice.

En su caso, el embarazo abría un abanico de posibles complicaciones: «La cosa ya no si el embarazo va a crearte una metástasis, es que si estás embarazada no te pueden hacer las mismas pruebas y aquí el tiempo es oro no puede esperar, si esperas puede ser crítico», dice.

También el hecho de que su cáncer es genético, le asusta: «Al ser genético me han ofrecido hacer una fecundación in vitro, tendríamos que sacar mis óvulos y ver si tienen ese gen o no. En caso de ser niño tendría menos posibilidades de tenerlo. Aún así vamos a intentarlo».

Tanto Meritxell como Tania, decidieron optar por caminos diferentes, aún así las dos coinciden en que «un embarazo no implica una recaída». «Es algo muy personal, yo asumí el riesgo y cuando lo asumes no tienes que culpar a nadie», dice Meritxell.

«Tienes que confiar en tu instinto, es muy negativo escuchar los consejos, yo por ejemplo no se lo conté a mi madre, por que es lógico que me dijese que no. También tienes que aprender a no compararte con otras madres», reiteran.