Las ordenanzas de nuestro actual PGOU contemplan como saben la figura de la colonia y edificación tradicional popular, que sería la trasposición a la ciudad de las viviendas tradicionales populares de los núcleos rurales, según informa el plan urbanístico.

A la hora de levantar nuevos edificios, el PGOU recuerda que estos se adaptarán «a la arquitectura original circundante mediante la adecuación a su estilo y principios de composición arquitectónica». Lo cierto es que si vemos algún bloque de reciente factura en la preciosa Colonia de San Eugenio, la adecuación al entorno brilla por su ausencia, pero agua pasada no muele molinos.

Lo acuciante en este pequeño núcleo de La Trinidad, vecino de la calle Bailén, y al que esta sección se ha asomado en más de una ocasión, sería mantener lo que queda original con vistas a las generaciones futuras y ya pensando en las actuales, es decir en los malagueños de 2020, evitar que estos elementos ofrezcan un aspecto denigrante.

Para comprobarlo, sólo tenemos que adentrarnos por la calle Pacheco Maldonado que, ustedes disculpen el tópico, es la 'columna vertebral' de esta colonia de origen obrero para los trabajadores de la fábrica Salyt y los tejares de Monte Pavero, con el diseño de las viviendas realizadas en 1918 por un tal Fernando Guerrero Strachan, que vaya usted a saber quién es.

La colonia, promovida desde 1889 a 1930 por don Eugenio García Serrano, incorporó el detalle de un hermoso arco de ladrillo visto y azulejos al final de la vía principal, como simbólico paso a la parte más interior de la colonia.

Pues bien, el arco en cuestión no puede estar estéticamente más vejado, gracias a un intrincado jolgorio de cables que quién sabe si son de Telefónica o de Endesa, las dos compañías que en este siglo XXI tienen el gran reto tecnológico de librarnos de sus tupida y horrenda red de cables aéreos.

El hecho de que un extremo de los cables esté suelto añade peligrosidad a esta prescindible guirnalda tecnológica.

Cierto que el Ayuntamiento se está coordinando con estas compañías para embridar bajo tierra los dichosos cables. Aunque a estas grandes empresas no les salgan las cuentas, nuestro Consistorio debería insistir para que antiguas colonias populares como la de San Eugenio se viesen pronto libres de cables.

Y como mínimo, retirar el cableado de uno de los símbolos más bonitos (y desconocidos) de La Trinidad: el artístico arco de bienvenida de esta antigua colonia obrera.