Incendio forestal

Científicos del CSIC analizan el suelo de Sierra Bermeja para mejorar su reforestación

Este estudio experimental sobre la erosión del suelo durará un año como mínimo y sus conclusiones se incluirán en los planes de emergencia de la Junta para actuar en el perímetro afectado por el fuego

Parcelas ubicadas en el perímetro afectado por el fuego en el Valle del Genal

Parcelas ubicadas en el perímetro afectado por el fuego en el Valle del Genal / S. NICOLÁS/S. DE PAULA (INIA-CSIC)

Ana I. Montañez

Ana I. Montañez

Un equipo de científicos del Centro Nacional Instituto de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria del CSIC (INIA-CSIC), en coordinación con la Universidad de Évora (Portugal), han iniciado un estudio experimental en Sierra Bermeja para determinar el grado de erosión del suelo, así como los problemas de reforestación que presenta este entorno natural después del paso de las llamas.

«Hemos puesto un dispositivo experimental para evaluar la erosión, evaluar cómo ha sido la severidad y qué medidas se pueden hacer para paliarla», explica a este periódico Javier Madrigal, científico titular del INIA-CSIC.

Ese dispositivo consiste en la instalación de una serie de parcelas en varios puntos de la zona de Sierra Bermeja más cercana al Valle del Genal para identificar los distintos grados de afectación del suelo. «Van a ser réplicas en zonas con poca afectación o sin quemar, fuera del perímetro del incendio o dentro pero que no hayan sufrido ningún tipo de daño, que las ha habido. Después otras zonas de baja severidad, donde el fuego ha pasado por la vegetación superficial y no ha afectado mucho a las copas de los árboles ni al suelo, y otras zonas de alta severidad donde ha habido consumo total de la vegetación, tanto de la superficie como de las copas de los árboles».

Zona arrasada por las llamas en Sierra Bermeja. | S. NICOLÁS/S. DE PAULA (INIA-CSIC)

Zona arrasada por las llamas en Sierra Bermeja. | S. NICOLÁS/S. DE PAULA (INIA-CSIC) / ANA I MONTAÑEZ. MÁLAGA

Esta investigación, bajo la coordinación de Sergio Prats, investigador de la Universidad de Évora, durará como mínimo un año, ya que la idea es que se extienda más allá del proyecto CILIFO -Centro Ibérico para la Investigación y Lucha contra Incendios Forestales-, al que está asociado, y que finaliza en diciembre de 2022.

Gran afectación del suelo

La virulencia e intensidad con la que el fuego arrasó casi 10.000 hectáreas de Sierra Bermeja es lo que ha motivado este tipo de investigación científica, muy usual en grandes incendios, ya que busca identificar qué zonas necesitarán de una estrategia externa para regenerarse y cuáles lo conseguirán de forma natural. Según las primeras observaciones de este equipo de científicos, en Sierra Bermeja se darán ambos casos.

«En zonas de alta severidad ya están viendo los compañeros muchísimos problemas de erosión. Se ha consumido prácticamente toda la materia orgánica y con las pocas lluvias que han caído se están viendo grietas en el suelo que indican que la erosión va a ser importante», explica Madrigal.

De hecho, uno de las principales amenazas es que el suelo mineral, que en esta zona tiene bastante toxicidad debido a la peridotita -una roca con mayor presencia de materiales pesados-, se ha quedado sin la protección de la materia orgánica, por lo que puede afectar a las plantas.

«Ya estamos viendo que ese suelo está totalmente expuesto con lo cual hay que pensar que vamos a tener zonas de alta severidad con problemas de regeneración, no solamente por pérdida de materia orgánica sino por la toxicidad del propio suelo que tiene metales pesados de manera natural. Creemos que tendrían que tomarse medidas urgentes para evitar la pérdida de suelo».

Una de las medidas más idóneas, según este investigador del INIA-CSIC, es el «mulching» o acolchado, esto es, añadir paja o astilla sobre las zonas afectadas para que cuando llueva, las gotas de lluvia no lleguen al suelo y no lo arrastre hacia cotas más bajas. Se trata de una técnica que ya se está empleando en el perímetro quemado en el incendio de Navalacruz, en Ávila.

Evitar el arrastre del suelo es también muy importante para proteger las zonas urbanas y costeras, hacia donde se pueden desplazar las cenizas y los sedimentos. «Es previsible que con las próximas lluvias de otoño se empiece a ver en playas bastante cenizas, sobre todo de la ladera de Estepona, que ha ardido con mucha severidad», vaticina Madrigal, que señala otras posibles consecuencias como taponamientos de salidas de agua que puedan generar inundaciones locales, el aumento de sedimentos en ciertas zonas y la necesidad de regenerar algunas playas a medio plazo.

En cualquier caso, los avances y conclusiones de este estudio experimental se incluirán en la redacción de los planes de emergencia de reforestación que iniciará la Administración regional una vez finalicen las tareas de liquidación del fuego, que se prolongan ya casi un mes.

«El proyecto CILIFO está coordinado por la propia Junta entonces todo lo que se obtenga en estos estudios serán de aplicación directa en cualquier medida de actuación», concluye Javier Madrigal.