Memorias de Málaga

Lo que hoy ya no se lleva

Han pasado de moda cuestiones como pedir la mano para casarse, enviar tarjetas de Navidad, ir de visita, así como los visos, las enaguas, las combinaciones y los refajos. Y apuntamos algunas más

La futura reina Letizia junto al entonces príncipe de Asturias Felipe de Borbón, su familia y la Familia Real.

La futura reina Letizia junto al entonces príncipe de Asturias Felipe de Borbón, su familia y la Familia Real. / EFE

Guillermo Jiménez Smerdou

Podría seguir la retahíla agregando otras muchas costumbres que ya no se llevan y que solo la mención producirá sorpresa o risa entre los jóvenes.

No es que añore el pasado; yo trato de ponerme al día aceptando las nuevas costumbres, nuevos modelos de conducta, tuteo indiscriminado, el sinsombrerismo o destierro del sombrero por una gorrilla con la visera hacia atrás…

Lo único que no he asimilado es el teléfono móvil. Prefiero el de mesa que sustituyó al que se colocaba en la pared como si fuera un cuadro. La imagen del hombre y la mujer de hoy se caracteriza por llevar en la mano o pegado al oído o colgado del cuello el teléfono móvil, en la mano que sobra, si es ciudadano educado, la correa del perrito, perro o perrazo… porque en materia perruna hay tantos gustos como razas.

Vamos con lo que ya no se lleva: primero, el rito de la petición de mano por parte del padre y la madre del novio al padre y la madre de la novia con un obsequio de valor; lo correcto un anillo de pedida que venía a sellar el compromiso. El ceremonial se desarrollaba en el salón de la casa de los padres de la novia, recinto adornado para el evento: flores por doquier.

Sin que sea una nueva regla, la ceremonia de la petición es anacrónica. Lo que se lleva es más o menos es espetarle la novia a sus padres que se va a casar con su compañero con el que lleva tres años viviendo justos.

También se ha perdido la costumbre de ir por las tardes de visita a la casa de amigos o familiares, bien para charlar y de paso a tomar el té o un café.

El visiteo, una costumbre muy arraigada en la sociedad malagueña, desapareció por el encanto de la ‘tele’, porque las películas y series de las tardes incitan a quedarse en casa, aparte que hoy casi todas las mujeres trabajan por la tarde, bien ejerciendo su profesión o bien ocupando un puesto de trabajo en la industria, el comercio o en cualquier otra actividad.

Prendas femeninas

En el vestuario femenino ya no hay ni visos, ni enaguas, ni combinaciones e ignoro si en el atuendo de las mujeres de la meseta castellana continúa utilizándose el refajo, que según la RAE es una falda corta con mucho vuelo, por lo general de bayeta o paño, usada por mujeres encima de las enaguas. El refajo era –o quizá siga siendo- una defensa de las mujeres contra el frío que reina en pueblos y aldeas de determinadas zonas del país.

No voy a pararme en las definiciones y funciones de esas prendas en desuso; lo que sí está claro es que las féminas del siglo XXI ni las usan y algunas jóvenes ni siquiera saben cómo eran ni la función para las que se crearon. Sus abuelas o bisabuelas les podrán revelar el secreto.

lO QUE HOY YA NO SE LLEVA

Exposición de calzoncillos artísticos en El Corte Inglés en 2009. / Arciniega

Los hombres

En el vestuario masculino también se han producido cambios notables, como por ejemplo, la prenda de dormir. El hombre de hoy utiliza pijama para dormir, pero hace un siglo nuestros antepasados utilizan el camisón que, como el superlativo señala, se trataba de una camisa grande, que llegaba hasta las rodillas o quizás un poco más.

El pijama es una prenda moderna; cuando se inició su uso se utilizaba la palabra inglesa porque fue un invento o creación de los ingleses. Yo, de niño, empleaba la palabra pijama, pronunciada en semi inglés, ‘piyama’.

En las películas ambientadas a principios del siglo XX descubrimos una costumbre finiquitada: los hombres que al acostarse se encasquetaban un gorro para abrigase la chorla, vamos, la cabeza. No creo que en estos momentos haya algún vejestorio que acuda a la citada prenda para estar más calentito.

Otra prenda hoy generalizada para secarse después del baño es el albornoz, que empezó a fabricarse en color blanco y que después se modernizó con la gama del arco iris.

En mi niñez y adolescencia la prenda era conocida como jaique, quizá por su parecido con la vestidura de las mujeres árabes. El jaique pasó a la historia.

En el vestuario masculino casi ha desaparecido el calzoncillo o calzoncillos; ahora lo que priva es el slip, que curiosamente, según he leído en un diccionario inglés, equivale a la prenda femenina conocida por combinación. No sé si la Academia de la Lengua la ha incorporado al diccionario como slip o eslip.

A la población masculina ya no le preocupa como antes la pérdida del cabello de forma prematura. La de hoy recurre al afeitado de la cabeza y tan contentos con la nueva imagen. Nada de bisoñé, peluquín…

Antes, cuando se iniciaba la caída del cabello, lo hombres buscaban dos productos que se anunciaban en los periódicos y que servían para detener la alopecia: Petróleo Gal y Abrótano Macho. Creo que todavía están en el mercado los dos productos más demandados por los varones que se preocupaban por la progresiva pérdida de pelo.

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Envío de tarjetas navideñas de felicitación en el Ayuntamiento de Ronda en 2003. / Blas Gil

Otros desusos

Otras costumbres que están de capa caída o en desuso son, por ejemplo, la de enviar por Navidad christmas o felicitaciones. En todas las familias se intercambiaban tarjetones o tarjetas ilustradas con imágenes o dibujos con motivos navideños.

La gente y las empresas se gastaban un perraje en comprar y enviar cientos o miles (o cientos de miles) de felicitaciones. Los teléfonos móviles y los whatsapps han acabado con la costumbre. Han salido perjudicados o han perdido parte de su vida profesional los dibujantes y diseñadores, las imprentas que los imprimían, los fabricantes de papel y cartulinas, los establecimientos que los vendían…y el Tesoro o erario público por la venta de sellos.

Ya no huelen a zotal los portales de las casas para ahuyentar a perros y gatos porque en una casa sí y en otra también sus inquilinos tienen mascotas a las que no les agrada el fuerte olor del popular sanitario desinfectante.

La educación cívica, que tanto preocupa a los mandamases de la educación, no contempla algo que los hombres medianamente formados ejercían, como dar paso preferente a una mujer, dejarle el asiento en un autobús si no había ninguno libre…

Y los que llevaban sombrero y se cruzaban con una conocida, se llevaban la mano derecha al ala del sombrero en señal de saludo y respeto.

Yo no uso sombrero, y si lo usara, no me atrevería a repetir la vieja imagen del saludo porque ¿sería acusado de acosador o machista? Mejor quedarme como estoy.

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