Crónicas de la ciudad

La escultura ausente de la Laguna de la Barrera

Robada por uno o varios mamíferos en junio de 2020, 14 meses después los patos meriendan junto al pedestal de la obra de arte desaparecida

Lugar que ocupaba la escultura, la semana pasada.

Lugar que ocupaba la escultura, la semana pasada. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Las casualidades de la vida quisieron que el 11 de marzo de 2020, el día en que en el Parque de la Laguna de la Barrera tenía lugar un acto muy emocionante, la Organización Mundial de la Salud elevara la situación de emergencia por la Covid-19 a pandemia internacional.

Eso ocurrió un jueves y el domingo 14 de marzo el Gobierno central ya estaba decretando el estado de alarma. En principio se trataría de 15 días de confinamiento que como saben se prolongarían muchos más.

Así que el acto del 11 marzo en el Parque de la Laguna de la Barrera fue uno de los últimos celebrados al aire libre en Málaga por nuestras instituciones durante largo tiempo, sobre todo porque se congregó un grupo importante de personas. No era para menos: se inauguraba a pocos metros de esta laguna, surgida de la extracción de arcilla para la fábrica de ladrillos, tejas y cerámicas de Santa Inés, la escultura de bronce que Chema Lumbreras realizó en recuerdo de la arquitecta sevillana María Eugenia Candau Rámila, fallecida en 2017 a los 71 años y vinculada a Málaga desde los primeros años 70.

Además, fue la ocasión para que el parque incorporara el nombre de esta técnica de la Gerencia de Urbanismo, la diseñadora del parque.

Como saben, en junio del año pasado uno o varios mamíferos bípedos, armados con una radial, cortaron por lo sano y se llevaron la preciosa escultura, valorada en unos 9.500 euros, que representaba a una niña corriendo por el parque.

Casi un año y medio después, en la zona verde permanece el hueco de la obra ausente, un acto vandálico que enlaza con el reciente mamífero que hace unas semanas arrancó de cuajo y se llevó a rastras la figura de la diosa Diana de la fuente de calle Granados, para venderla en una tienda de segunda mano.

La semana pasada, junto a la Laguna, un grupo de patos merendaba junto a la extracción vandálica. De la obra sólo resta un poema de la propia arquitecta, una sencilla placa en el suelo. Resulta descorazonador que en Málaga tengamos que convivir con eslabones perdidos del civismo pero es lo que hay. Ni con una zona verde vallada se frena a los homínidos.

Para compensar de alguna manera esta falta, la laguna sigue en buena forma gracias a los cíclicos aportes de agua logrados tras muchos años de presión vecinal. Y entre la fauna de este espacio acuático artificial, una legión de tortugas. Si como dice el Eclesiastés todos los ríos van al mar, en Málaga todas las mascotas con caparazón acaban en este rincón de la Colonia.

Tortugas en la laguna, la semana pasada.

Tortugas en la laguna, la semana pasada. / A.V.

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