Crónicas de la ciudad
La diosa Diana vuelve a su baño de calle Granados
En julio pasado un mamífero arrancó la escultura de José Seguiri y la llevó a rastras para venderla en una tienda de segunda mano. Ahora, ha vuelto renovada
Hace un par de años, desnortadas comunidades indigenistas de Norteamérica la tomaron con las estatuas de fray Junípero Serra, un santo franciscano que a lo largo de su vida no mató una mosca y mejoró la calidad de vida de los nativos de los actuales México y California.
Sin embargo, estos desinformados convirtieron al fraile en símbolo de la opresión indígena, así que sus estatuas mordieron el polvo o fueron pintarrajeadas cuando, sin salir de Estados Unidos, el general Custer se comportó con ellos como la filoxera al ver una viña, como nos recuerda Elvira Roca.
En Málaga hace muchas décadas que no se atacan las estatuas por motivos políticos. La inmersión en aguas del Puerto del marqués de Larios ocurrió hace mucho tiempo, afortunadamente.
En nuestros días, las esculturas suelen ser vejadas por motivos educativos como la baja calidad cívica del infractor o, como vimos hace unos meses en calle Granados, porque además de este déficit la agrupación celular en cuestión quiere sacarse unas perras.
Este último episodio ocurrió el pasado mes de julio: un vecino alertó a la Policía Local de que un homínido arrastraba sin ningún recato la escultura de la diosa Diana por la calle, la que forma el grupo escultórico de ‘El baño de Diana’, en la fuente de calle Granados con calle Beatas.
La policía siguió el rastro del mamífero, que se desplazaba en bicicleta, y comprobó que acababa de vender la pieza de bronce en una tienda de objetos de segunda mano. Ahora, meses después, la diosa ha regresado restaurada con sus ninfas y el Ayuntamiento ha aprovechado para devolver la pátina al conjunto.
Este precioso conjunto de José Seguiri de 1989 reproduce la primera parte de la historia mitológica de cazador Acteón, que en esta primera fuente espía el baño de la diosa y sus ninfas y, ya en la plaza de Uncibay, en la fuente que hay frente a la de Granados, el cazador es castigado por mirón a ser perseguido y devorado por sus propios perros.
La pena de esta original obra de arte es que no es la primera vez que sufre el acoso de los malaguitas más arborícolas. De hecho, que un servidor sepa es la tercera vez que la pobre diosa Diana, reproducida a punto de tirarse en picado a la fuente, se da un garbeo por Málaga contra su voluntad.
Así, hace años un amigo de lo ajeno se llevó la diosa original del 89 y el Consistorio encargó al artista una segunda diosa de bronce, que en 2015 volvió a ser extraditada. En esa ocasión apareció en una casa del Centro, al marcharse los inquilinos. Siempre pagan estatuas por pecadores.
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