Crónicas de la ciudad

Un retorno paisajístico a los bravíos años sesenta

La noción que del paisaje tiene nuestro alcalde, expuesta de forma didáctica en una emisora nacional, estaba en boga hacía 60 años. Tenemos un problema

Las torres de Martiricos, ayer desde el puente de la Aurora.

Las torres de Martiricos, ayer desde el puente de la Aurora. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Ocurrió el pasado 15 de febrero, Onda Cero retransmitía su programa La Brújula, con el locutor Rafa Latorre desde el nuevo Museo del Videojuego de Málaga cuando entrevistaron a nuestro alcalde, Francisco de la Torre y le preguntaron por los polémicos rascacielos de Martiricos y el futuro mamotreto del Puerto

En ese momento pareció abrirse en el estudio un agujero espacio-temporal, como si al menos nuestro primer edil se encontrara, no el 15 de febrero de 2023 con todos nosotros sino el 21 de marzo de 1964. Es la fecha de la sentencia del Tribunal Supremo que ordenó derogar el plan urbanístico de González Edo y Málaga tuvo que encarar siete años de salvajismo urbanístico, pues sólo tuvo a su disposición para organizar el desarrollo de la ciudad unas vetustas ordenanzas de 1902. Buena parte de lo más inapropiado y hasta grotesco que castiga nuestro casco urbano desde entonces se levantó o comenzó a levantarse en esos años de caos interesado, hasta el PGOU de 1971 que medio frenó el desbarajuste. 

Lo del agujero espacio-temporal viene porque nuestro alcalde comenzó a desplegar ante decenas de miles de oyentes de toda España una noción del paisaje que se correspondía con la que imperaba en Málaga hacía 60 años.

La arcaica argumentación del alcalde de la sexta ciudad de España, adelantada por Heráclito hace 2.500 años, apuntaba que el rascacielos catarí dejaría su huella en el paisaje, claro, pero que todas las ciudades evolucionaban. Ahí comenzó por su parte un recordatorio histórico de cómo había cambiado el de Málaga desde los Reyes Católicos hasta la actualidad, con la llegada de la Alameda, La Malagueta y el Parque

La preocupante conclusión es que pese a su brillantez y preparación en otras parcelas, Francisco de la Torre conoce tanto de la moderna normativa paisajística como de japonés y eso es un gran problema para Málaga, porque desde su anacrónico punto de vista, esta ciudad casi trimilenaria puede desarrollarse de la forma y manera que quiera y las consecuencias ya las hemos visto con las mediocres y mal emplazadas torres de Martiricos y las veremos con la Torre catarí del Puerto, gestada en un fugaz concurso administrativo al que ni a Usain Bolt le habría dado tiempo a presentarse. 

Desdeñar el Convenio Europeo del Paisaje, hacer caso omiso a las advertencias paisajísticas de Icomos o al Colegio de Arquitectos de Málaga y plantear como simplona respuesta que todo cambia -menudo hallazgo- supondrá dejar para el futuro varios horrores urbanísticos por no estar al día y por falta de sensatez.

Qué lástima para un notable alcalde pero sobre todo, qué lástima para Málaga. 

Suscríbete para seguir leyendo