El vertido cero convierte a La Axarquía en el mejor vergel submarino del Mediterráneo

Los fondos marinos de la Axarquía van camino de recuperar el brillo que tenían hasta hace medio siglo. Lo apuntan los pescadores con base en el puerto de Caleta de Vélez, el más productivo del Mediterráneo andaluz, tras empezar a observar las consecuencias más inmediatas del vertido cero alcanzado este pasado verano en la comarca más oriental de la Costa del Sol.

Algunos investigadores de la Universidad de Málaga van incluso más allá. Difícilmente habrá en este momento otro punto del mar Mediterráneo (a excepción de Israel, que sí aprovecha cada gota de agua desde hace décadas) que no vierta ningún sedimento residual procedente de las estaciones depuradoras.

En la costa axárquica se ha alcanzado este vertido cero justo en el momento en el que la agricultura intensiva se ha quedado sin abastecimiento para el regadío, con la presa de la Viñuela en situación de «embalse muerto», y precipitadamente se ha tenido que usar en este sector el agua depurada procedente de todas y cada una de las grandes depuradoras que se extienden a lo largo de esta parte de la provincia.

«La Axarquía ha alcanzado el vertido cero, algo fundamental para poder regenerar los ecosistemas marinos. Nosotros llevamos años diciéndolo y uno de los beneficios que ha traído la sequía es la reutilización del agua reciclada en agricultura, hasta conseguir ahora que se reduzcan o anulen las emisiones al mar de caudales procedentes de las depuradoras», subraya el doctor en Ciencias y director de la cátedra de Ciencias del Litoral Costa del Sol en la Universidad de Málaga, Francisco Franco.

Este investigador es uno de los más activos cooperantes en el desarrollo del proyecto de la Senda Azul, iniciado durante el pasado mandato por la Diputación de Málaga y que a lo largo de este último año ha puesto en marcha nuevas iniciativas vinculadas a la potenciación de los ecosistemas marinos malagueños como fuente de riqueza y de salud medioambiental.

Otros activistas de la necesidad de recuperar los fondos submarinos de la provincia son los integrantes de la ONG Equilibrio Marino. A lo largo de la última década han impartido decenas de talleres formativos, con los que pretenden concienciar a los malagueños en el respeto y cuidado de las playas y de las aguas más próximas al litoral. Como activistas de las normas medioambientales más básicas, de sus manos ha salido a través de fotografías subacuáticas material promocional y divulgativo para que la población de la provincia pueda presumir de riqueza marina.

El director de Equilibrio Marino, Fernando Alarcón, ha puesto como ejemplo las instantáneas de Fabián Álvarez donde se pueden ver las inigualables praderas de posidonias oceánicas que pueden localizarse, de manera más abundante, en el entorno del Paraje Natural de los Acantilados de Maro-Cerro Gordo. Con el actual vertido cero, todo apunta a que La Axarquía va a consolidarse como el «mejor vergel marino de todo el Mediterráneo».

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Termómetro medioambiental

El propio Alarcón ha subrayado en más de una ocasión que la posidonia oceánica, especie endémica del Mediterránea, «es una planta muy sensible a la contaminación». De hecho, se considera que es un buen bioindicador de la calidad de las aguas. Por este mismo motivo, durante décadas, las praderas que se localizaban principalmente en aguas del municipio de Nerja o frente a las costas de Fuengirola o Mijas han ido reduciéndose en extensión.

Los expertos alegan que para poder obtener los frutos deseados ante este nuevo escenario de vertido cero habrá que esperar al menos un lustro, como consecuencia del lento crecimiento que caracteriza a la posidonia. A diferencia de las algas, esta planta dispone de hojas, tallo y raíces, además de generar flores y frutos.

«Estas praderas se caracterizan por la formación de haces más o menos grandes, en los cuales las hojas crecen casi a la altura del sedimento», señala la Diputación de Málaga en el proyecto de Senda Azul. Y argumenta que las hojas de la posidonia «tienen forma de cinta aplanada, de aproximadamente un centímetro de ancho y una longitud variable de entre 10 y 150 centímetros, en función de la época del año».

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