Tres inauguraciones en vísperas de Navidad. 21, 22 y 23 de diciembre. Barcelona, Valladolid y Málaga en el circuito español de la Alta Velocidad. El programa, sobre el papel, es perfecto, sobre todo para los lógicos intereses electorales del Gobierno y de José Luis Rodríguez Zapatero, que se enfrenta al dictado de las urnas en marzo de 2008. Pero el plan flaquea tal vez por su parte más débil, la de la capital catalana, pues las obras del AVE han generado corrimientos de tierra que han afectado al servicio de varias líneas de Cercanías y de Ferrocarriles de la Generalitat. Hay casi 200.000 afectados, un caos tremendo y hasta la fecha de inauguración del 21 de diciembre se ve comprometida, según declaraciones de la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega.

Dos tercios suele ser una buena proporción, aunque no en este caso. En contraste con el desbarajuste catalán, los proyectos de Málaga y Valladolid caminan recto. No hay `incidencias´, eufemismo que usan los políticos para enmascarar la palabra problemas, mucho más clara y concisa. Las obras en la capital de la Costa del Sol están casi acabadas: la vía tendida en todo el recorrido desde Antequera, el vano del soterramiento finalizado y los túneles de Abdalajís, la parte que más `incidencias´ ha generado por la afectación de un acuífero, están en la parte final del proceso de sellado. Todo marcha sobre raíles y, salvo que la situación dé un giro radical e inesperado, Zapatero tendrá su foto el 23 de diciembre. Y junto a él la ministra de Fomento, la malagueña Magdalena Álvarez -que se ve ahora con una petición de dimisión por parte del PP por todo lo ocurrido en Barcelona-.

Algo similar ocurre en Valladolid, así que también habrá foto un día antes, el 22. La ciudad castellana quedará conectada con Madrid en 55 minutos, de igual manera que Málaga rebajará de cuatro horas y cuarto a dos y media el tiempo de viaje con la capital de España. Dos tercios: de tres grandes proyectos, `sólo´ uno va mal. Pero es quizá el que menos debería sufrir contratiempos para los intereses del Gobierno de Zapatero. La situación política catalana no es la mejor y la oposición del PP le hace más daño habida cuenta del pretendido `hecho diferencial´ que surge siempre que se habla de Cataluña. Porque también están metidos en la pelea CiU, ERC e IU-ICV, lógicamente.

400 trenes. Y lo más importante, como siempre, son los ciudadanos, los miles y miles de trabajadores que se quedan sin transporte diario. En algunos casos hay anunciados cortes de hasta dos semanas, lo que obliga a los usuarios a optar por los autobuses o por el transporte privado. Y esto, a su vez, influye en el colapso de las carreteras de circunvalación de Barcelona. Un caos.

Según las explicaciones del Gobierno, es el inestable terreno en el que se asienta la llegada del AVE la causa principal del corrimiento de tierras que ha afectado a los transportes de Cercanías y de Ferrocarriles de la Generalitat.

Son 400 trenes los que han dejado de funcionar en las líneas C-2 y C-10, con más de 100.000 usuarios perjudicados, a los que hay que sumar al menos otros 60.000 del servicio autonómico de ferrocarril. Las carreteras ya han sufrido un aumento de la circulación de entre un 7% y un 10%. Lo peor de todo es que la situación aún puede torcerse más, según fuentes de la Dirección General de Tráfico (DGT).

En el polo opuesto está el caso de Málaga. La nueva estación, Vialia María Zambrano, está terminada y funcionando desde finales de noviembre de 2006. La línea desde Córdoba a Antequera, inaugurada desde diciembre, y las obras del soterramiento, a buen ritmo y sin las dichosas `incidencias´. De hecho, la ministra de Fomento presidió una visita al túnel por el que el AVE entrará bajo tierra en Málaga el pasado 6 de julio. Entonces, según los técnicos del Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif), la obra estaba ejecutada al 70%. Y aún no tenía tendida la vía; ahora ya sí.

Los servicios de Cercanías en Málaga -aquí no hay uno público dependiente de la Junta de Andalucía- no se han visto afectados en ningún momento por la integración del AVE en la ciudad. Según fuentes de Adif y de Renfe, puede que se hayan producido cortes coyunturales y previstos, pero en ningún caso imponderables por culpa de las obras.

En Barcelona, el AVE entra en el casco urbano por el mismo corredor ferroviario que el Cercanías -distintas vías, mismo terreno-. Por eso los servicios citados se han visto afectados tras el corrimiento de tierras y de ahí la pesadilla que viven ahora los barceloneses. En Málaga ocurre lo mismo, pero ha habido más suerte con el suelo. Y reina la placidez. Crucemos los dedos.