Superación

De la adversidad a la cresta de la ola, la historia de Sarah Almagro

La joven malagueña es campeona de surf adaptado de España y Europa y, a través de las redes sociales, se dedica a contar su historia para animar a las personas a aceptarse tal y como son

"El surf me ayuda a evadir los problemas que tengo en tierra"

Lección vital de Sarah Almagro: “Vivo con miedo, pero no permito que me supere”

Sarah Almagro surfeando. | LA OPINIÓN

Sarah Almagro surfeando. | LA OPINIÓN / L. O.

Arancha Tejero

Arancha Tejero

Sarah Almagro (23 años) perdió los pies y manos con tan solo 18 años por culpa de una meningitis meningocócica. Sin embargo, eso no le ha impedido continuar con su vida hasta convertirse dos veces en campeona de España de surf adaptado, campeona de Europa y subcampeona del mundo de la categoría Prone2. Cuando volvió a montarse por primera vez en una tabla de surf, la primera sensación que recuerda fue la de libertad y de igualdad. Dos pilares que ha convertido en su bandera y que ahora se dedica a transmitir dando charlas por toda España y divulgando por redes sociales la importancia de aceptarse tal y cómo se es y de tratar con igualdad a las personas con discapacidad.

La vida de esta joven marbellí dio un vuelco de 180 grados en 2018. Acababa de terminar selectividad, quería estudiar Derecho y convertirse en inspectora de Hacienda, cuando una noche empezó a encontrarse muy mal, «con fuertes dolores de cabeza, fiebre y vómitos», y tuvieron que ingresarla por una meningitis y shock multiorgánico que la tuvo 10 días en coma. No obstante, Sarah reconoce estar cansada de hablar del pasado. Prefiere hablar del futuro al que mira con la ilusión propia de una chica de 23 años, pues, para ella, haber perdido los pies y manos no le ha hecho renunciar a disfrutar de sus pasiones ni embarcarse en nuevos proyectos, ya que si algo ha aprendido de esta experiencia es que «por mucho que queramos planear el futuro, hay que vivir más el día a día porque de un día para otro puedes no estar».

Surf y charlas

Así pues, a pesar de haber pasado por más de 25 operaciones, incluyendo un trasplante de riñón, Sarah decidió embarcarse en la carrera de Derecho y, aunque en estos momentos no se ve preparándose unas oposiciones, no lo descarta en un futuro. Pero hoy día tiene claro que son otras sus prioridades y que prefiere dedicarse a lo que más le llena y disfruta: el surf y las charlas. Puede que tenga solo 23 años, pero la severidad con la que esgrime los problemas de su propia generación revela una madurez impropia de su edad.

«Me molesta cuando veo que a una persona en silla de ruedas la tratan con inferioridad, como si fuesen distintos», apunta la joven malagueña, que subraya que algo que le gustaría poder cambiar en algún momento es la mentalidad que tiene la gente ante las personas con discapacidad. «La solución no es decirle al niño pequeño que no mire, es explicarle que este tipo de cosas no solo ocurren en las películas o en otros países, también ocurre aquí», afirma Sarah, que defiende que hay que educar a los jóvenes para que el día de mañana «esos niños no se conviertan en acosadores, porque van a tratar lo diferente como algo normal». Ese deseo fue el que la llevó a querer intentar aportar su granito de arena a la sociedad, ayudando a concienciar a la gente joven sobre la importancia de aceptarse a uno mismo, y a los demás, tal y como es. «Dar a conocer mi caso y mostrarles que yo también soy igual que ellos, pero con un cuerpo que a lo mejor no es tan común».

Sarah Almagro tras proclamarse campeona de Europa.

Sarah Almagro tras proclamarse campeona de Europa. / La Opinión

Ese es el tipo de mensaje que Sarah intenta promover en sus conferencias y redes sociales, donde acumula más de 123.000 seguidores. «Cuando salí del hospital lo planteamos, pero sentía que no era el momento porque solo era una más que había superado una enfermedad, como tantos otros. Pero a día de hoy puedo contar algo más que una enfermedad. Puedo contar que estudio una carrera de Derecho, que hago surf y que la vida puede seguir a pesar de no tener mano ni pies, una insuficiencia renal y una serie de cosas», sostiene la joven malagueña, que lamenta el daño que están haciendo las redes sociales en cuanto a confianza y autoestima a la gente de su generación. «Trato de transmitir que no pasa nada si no tienes un cuerpo que no siga los cánones de esta sociedad. Por eso voy enseñando mis cuatro prótesis y en las charlas siempre voy en pantalón corto y en camiseta corta para que vean que yo no me escondo», añade.

«Creo que puedo ayudar a la gente a que ellos mismos se gusten a pesar de tener sus diferencias», afirma con pasión y seguridad, la misma con la que asegura que el hecho de saber que ha ayudado al menos a una persona al día es lo que la hace continuar con el tema de las redes sociales. Y es que, aunque en los vídeos se muestre muy extrovertida y «haciendo el payaso», Sarah se define como una persona tímida. Sin embargo, su deseo de ayudar e inspirar a los demás jóvenes, pudieron más que su timidez, y la empujaron a crearse redes sociales, a pesar de que no le gustasen.

Durante los días en el hospital, hubo dos sueños a los que Sarah se aferró para sobrellevar su situación: ver el atardecer en un chiringuito tomando un tinto de verano y volver a casa por Navidad. «Y los dos los cumplí». Al poco tiempo se le sumaría otro más que, aunque le parecía imposible cuando se lo propusieron por primera vez, lo acabó consiguiéndo también: volver a surfear. Tras mucho esfuerzo y dedicación, incluyendo volver a aprender a nadar, Sarah logró volver a surfear y saborear esas dos sensaciones de libertad e igualdad que tanto añoraba. «Cuando estaba sentada en una silla de ruedas he sentido muchas veces que la gente se cree superior, pero cuando estamos en el agua todos somos iguales».

Tabla de salvación

Y es que el surf para Sarah no solo ha sido una tabla de salvación, sino un medio de enseñanza para aprender ciertos valores. «El surf me ha enseñado la constancia, el esfuerzo, el sacrificio y la humildad, porque estás en un lugar que tú no puedes controlar a diferencia del fútbol, tenis o baloncesto donde tú controlas la pelota», reflexiona la joven veinteañera que asegura que el surf, un deporte que ya había practicado de más joven, «me da vida».

Por eso, ahora continúa entrenando para cumplir su sueño de poder participar en los Juegos Paralímpicos de 2028 si aceptan el surf como deporte paraolímpico. Mientras tanto, las próximas semanas se desplazará a Cantabria, Galicia y Francia para competir, pues su objetivo este año es conseguir el oro en el mundial. «Tengo la plata y bronce mundial. Solo me falta el oro. Y creo que este va a ser el año», apunta con seguridad.

Sarah sabe que su salud es frágil y que su vida no es sencilla. Pero tiene claro que no por ello va a dejar de luchar con fuerza para conseguir sus objetivos. «Cuando dejé la UCI, era como un bucle de cosas negativas, como cuando estás en la orilla, te revuelca una ola y no te ha dado tiempo a levantarte y coger aire, cuando viene otra y vuelve a revolcarte. Durante muchísimo tiempo esa ha sido mi vida. Y aunque mi vida sigue siendo un revolcón, a día de hoy me da más tiempo después del revolcón a levantarme y coger aire».

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