Cae la noche en la Costa del Sol. Dos vehículos de la Unidad de Vigilancia Intensiva del Litoral (UVIL) de la Guardia Civil con base en Torremolinos patrullan su territorio. Su objetivo, el tráfico de estupefacientes y el de personas que llega a la provincia por mar.

No hay que olvidar que buena parte del hachís que sale de Marruecos en dirección a Europa lleva años pasando por Málaga.

Pese a que el ámbito geográfico de patrulla de los agentes es amplio -de la capital a Marbella- el ritmo de trabajo es pausado. Este hecho no llamaría la atención si hace un año la situación no hubiera sido muy distinta. Entonces la actividad de las patrullas de éste y otros puestos (Estepona en la zona más occidental y Algarrobo en la oriental) era frenética.

Pero durante los siete primeros meses de este año la Guardia Civil ha intervenido 44 vehículos y 8 embarcaciones en temas relacionados con la droga, frente a los 111 vehículos y 32 embarcaciones de todo el 2004.

El paraíso. Las calles asfaltadas que casi llegan a la orilla de las urbanizaciones costasoleñas están serenas. Ahora, como antes, cualquier vehículo aparcado en la zona es susceptible de estudio, pero el resultado hoy es distinto al de hace meses, cuando eran coches robados los que esperaban para cargar con precipitación el hachís que salía del mar.

Las Dunas de Artola, Cabo Pino, la Finca la Meca, Guadalmar... han vuelto a ser nombres de playas y no sinónimos de desembarco de droga e indocumentados.

Al parecer, el Servicio Integral de Vigilancia Exterior (SIVE) en marcha desde hace un año ha logrado que los `narcos´ se lo piensen antes de enviar sus `gomas´ (lanchas neumáticas con motor).

El cabo Toledo, miembro de la UVIL, así lo cree. Sin embargo, no abandona la suspicacia policial y advierte: "Si no entra por la playa, buscarán otro modo".

Y es cierto. Los agentes explican cómo las últimas operaciones realizadas por la Guardia Civil en los puertos recreativos de la costa han tenido un notable éxito. Lanchas recreativas con una línea de flotación muy hundida ocultaban en muchos casos dobles fondos con la mercancía, tanta como los 1.500 o 2.000 kilos que hasta hace poco transportaban las potentes lanchas neumáticas.

Con toda probabilidad esas barcas son cargadas por `barcos nodrizas´ en alta mar, fuera del alcance de la vigilancia.

También se está actuando para impedir que se boten lanchas recreativas sin autorización destinadas al nuevo transporte del hachís. En enero y febrero se abortaron dos operaciones de este tipo en la playas de la capital, en la Térmica.

Ayer y hoy. Toledo recuerda a la su última operación de hachís en la playa. En Artola. La descarga desde la lancha se producía cuando llegaron. Los porteadores, metidos en el agua, sacaban los fardos de 30 kilos y los conducían a un coche. Era la estampa típica, pero de eso hace dos meses. "Estaban perdiendo muchos barcos, mucha gente y muchos vehículos. En sólo un año el panorama ha cambiado radicalmente", explica el cabo.

La UVIL se creó hace cuatro años para combatir los desembarcos de droga e inmigrantes. Ahora los inmigrantes buscan burlar el SIVE alargando el viaje hacia Motril y los `narcos´ envían sus `gomas´ al levante, fuera del alcance del sistema.

Las última embarcación neumática localizada en Málaga tenía tres motores de 250 caballos cada uno, los necesarios para llegar más lejos muy rápido.

Otro sistema. Los guardias civiles explican que ahora el trabajo es más efectivo. Escuchar frente a la playa para distinguir el ruido de las lanchas neumáticas del de los pesqueros no es lo común. El SIVE advierte de movimientos sospechosos a 30 millas y los agentes tienen a veces horas para prepararse, definir el cerco final y determinar el lugar de desembarco en la playa para dar al traste con la operación. C. L. Cueto. Málaga