Brahim Liman llegó a Vélez Málaga en julio, donde fue acogido por una familia al igual que muchos otros niños durante el verano a través de la Asociación Malagueña de Amistad con el Pueblo Saharaui dentro del programa Vacaciones en paz. Sin embargo, la estancia de este pequeño de ocho años de edad se alargará hasta este sábado, en que de nuevo volverá a Tinduf (Argelia).

Y es que el clima de la zona ha sido fundamental para luchar contra una enfermedad cutánea que padece, la xerodermia pigmentosa, que hace que los afectados desarrollen cáncer de piel como consecuencia de su exposición al sol, al ser mucho más sensibles. Pero Brahim necesita también medicamentos para tratarla, y que cuestan cerca de 60 euros semanales; una cantidad que su familia no puede pagar.

Por ello, la Asociación Malagueña de Amistad con el Pueblo Saharaui no ha parado hasta recoger en dos semanas 1.500 euros a través de una cuestación popular en el colegio Andalucía de Vélez Málaga, donde estudia Brahim, lo que ha permitido la adquisición con parte de esta cantidad de las cremas y pastillas que le permitirán el tratamiento de su enfermedad, al menos para cinco meses. Otra parte de dicha recaudación, unos 700 euros, se destinarán para ayudar a su familia, que reside en el campamento de refugiados saharauis de Auserd.

María Victoria Naranjo, que ha impulsado la iniciativa como miembro de este colectivo en la comarca, resaltó que «en el Sáhara, con el sol, necesita una protección mayor que la que necesita aquí, por eso se le aumenta el tratamiento», y por ello se ha prolongado su permanencia en la capital axárquica, para que su piel descanse de las altas temperaturas del continente africano.

Esta enfermedad también había dañado la vista a Brahim. «Apenas veía, por problemas en las córneas. Pero fue intervenido en el hospital Materno Infantil de Málaga y ahora puede abrir los ojos y ha recuperado la visión», asegura Naranjo.

Pero la Asociación Malagueña de Amistad con el Pueblo Saharaui no se va a quedar solamente aquí. La intención es seguir con la campaña de recaudación de dinero para los medicamentos que precisa Brahim, así como garantizar que durante los meses estivales de años posteriores pueda estar en España.

«Es un niño que te da una satisfacción muy grande, y del que he aprendido mucho, como por ejemplo, que no necesitamos demasiadas cosas para vivir felices», asegura Naranjo. Y es que para Brahim el hecho de poder ver con claridad el mundo que le rodea y poder jugar con otros niños de su edad, es ya la garantía de la felicidad.