El invasor más temido por las aguas dulces españolas ha llegado a los embalses de la provincia de Málaga para quedarse. Desde que octubre de 2014 apareciera la primera larva de esta especie marina, procedente del Mar Negro, la Dirección General de Planificación y Gestión del Dominio Público Hidráulico no ha cesado en su lucha por el control y seguimiento de la plaga. Desde hace unas semanas, cuando finalizó el proceso de riego, un tratamiento químico se mezcla con el agua de los canales del sistema. Un agente molusquicida que evita que el mejillón cebra en larva y adulto se adhiera a las tuberías y las obstruya, impidiendo el riego de cultivos y el consumo humano.

Las larvas van desapareciendo al no tener donde adherirse, pero vuelven a hacer acto de presencia a lo largo de un tiempo, ya que acabar con el mejillón cebra es imposible. La empresa Tragsatec, S.A., que lleva a cabo el control de la plaga en la provincia, aplica este tratamiento a través de una bomba instalada en la presa de La Encantada desde donde se bombea a los canales.

«La sustancia con las dosis aplicadas es compatible con el ecosistema acuático sin afectar a otras especies autóctonas y ha resultado compatible con el tratamiento a recibir en la planta de El Atabal, al no alterar significativamente la calidad del agua que se suministra habitualmente desde los embalses», explica a La Opinión de Málaga el responsable del sistema de explotación del Guadalhorce-Limonero, Óscar Lorente.

Se trata de un método utilizado en otras zonas de España y que parece que está dando resultados, pero eso deberá determinarlo un informe que la empresa encargada tiene que elaborar.

«Después de la investigación de Tragsatec, se vio que lo más conveniente para preservar el problema de la contaminación era aplicar este proceso químico», indican fuentes de la Administración andaluza, que calculan en 875.000 euros la inversión total para combatir la plaga.

Dentro de esta inversión se incluye un tratamiento anticorrosivo para las compuertas Taintor del aliviadero en las presas del Guadalhorce, con un presupuesto aproximado de 125.000 euros, así como la aplicación de un tratamiento contra el mejillón cebra mediante una capa de pintura especial antifouling -antiincrustante- para evitar su adherencia.

Por otro lado, para limitar los efectos de la especie invasora en las presas se están realizando inspecciones subacuáticas para determinar la posible afección a tomas, rejillas o desagües y, en su caso, proceder a su limpieza. En este sentido, las mayores densidades de larvas y adultos se concentran en el embalse Conde de Guadalhorce.

No obstante, se ha previsto una sustitución progresiva de rejillas y otros elementos en los canales por materiales que dificulten la adherencia al mejillón cebra.

En Europa y parte de la geografía española se han aplicado métodos como la instalación de filtros para evitar el paso de larvas; así como sobrecalentamiento del agua con radiación ultravioleta o sustancias oxidantes. Los expertos han considerado que este método es el más adecuado por no afectar a la calidad del agua.