Existen recetas que gustan a todo el mundo, pero que siempre suscitan una enorme polémica, como la tortilla, la paella o las patatas bravas. Estas son el plato que nos ocupa y que tiene multitud de recetas.

Hay quien dice que la única manera de hacerlas es friendo las patatas en aceite de oliva y cocinando la salsa sin tomate, con harina, pimentón picante, cebolla y caldo, pero en otros sitios prefieren usar tomate casero al que se le añaden unas cayenas.

Por si esto fuera poco, ahora hay varias elaboraciones que tratan de manera diferente a la patata, así que no faltan los que dicen que eso no son unas bravas, las cuales tuvieron su origen en la ciudad de Madrid.

Arguiñano les pone un ingrediente que nunca falla

Karlos es de los que hace la salsa con tomate triturado, ajo, cebolla, aceite y sal, pero si nos fijamos estos ingredientes no les dan el picor característico, siendo aquí en donde entra el truco de este cocinero tan querido.

Su ingrediente “secreto” es la alegría riojana, que es una guindilla que se produce en Navarra y a la que se le puso ese nombre debido a que se vendía bastante en La Rioja.

No hay que pasarse de alegría porque esta guindilla pica mucho, por lo que en las primeras elaboraciones más vale ser prudentes y quedarnos un poco cortos de guindilla, pues de lo contrario habría que tirar las patatas.

También les pone mayonesa casera, y a veces acompaña a las patatas de pescado empanado o chorizos. La idea es que el plato sea más completo y pueda servir incluso como comida o cena si tenemos el estómago fuerte.

Siempre hay polémica alrededor de la salsa de las patatas bravas, pero en la cocina hay que hacer lo que nos guste alejándonos de las normas, así que podemos imitar a Arguiñano y guisar una salsa con nuestras guindillas favoritas siempre sin pasarnos de cantidad.