El Congreso del PSOE entiende que lo que más preocupa a la ciudadanía, el debate esencial, es la eutanasia. O la ampliación del aborto o lo del voto de los emigrantes. Según el congreso del PSOE la crisis, el paro, las penurias económicas, las hipotecas, la dependencia energética, son cositas de nada. Algo que se arregla con que Sebastián se quite la corbata y con ello ahorremos una barbaridad. La irrealidad parece haberse apoderado de los triunfadores y de nuevo vuelve a asomarse aquel aserto griego: ´Los dioses ciegan -con sus éxitos- a quienes quieren perder´. Aquí se le llama "síndrome de la Moncloa".

Los asuntos sobre los que quiere debatir el PSOE son, sin duda, relevantes. Pero ¿de verdad hay una propuesta? Se limitan a abrir la puerta, en realidad al globo sonda, en su máxima de que se trata de "cuestiones opinables". Por supuesto. Todo lo es. Pero ¿cuál es la suya? Eso es lo relevante, que para algo están en el Gobierno, que para algo Zapatero es presidente. Pero hay más, o mejor dicho menos. Pues reconociendo la existencia de problemas -el de la ley del aborto está larvado desde hace años- en realidad ni se apuesta por ello ni se hace otra cosa que proseguir con la técnica de enseñar la mano pero no acabar de tirar la piedra. Ni en el aborto, ni en la eutanasia. No se propone cambio o éste es tan mojigato que resulta a efectos prácticos casi intangible. Un quiero y no puedo.

Algo aún peor sucede con el voto emigrante en las municipales. Estamos delante de un envoltorio de diseño con un juguete viejo dentro. Los residentes en España de países de la UE ya pueden votar. En cuanto a otros países, el asunto ya fue votado en 2006 en el Parlamento y aprobado por unanimidad, con las cláusulas de reciprocidad. Ciudadanos de Argentina o Venezuela ya podrían votar. Si se hubieran desarrollado los convenios oportunos. Que no se han desarrollado.

Se trataría pues, en caso de aprobarse lo que ahora va a hablar el PSOE y luego van a negociar con el PP en el Parlamento, de ampliar esos convenios. ¿A quién? Por ejemplo con Ecuador es imposible: su Constitución establece la prohibición tajante a los extranjeros a votar. ¿Y Marruecos? Difícil papeleta. Mirada bien la cosa es agua de borrajas y para nada más de un millón. Si se hace legalmente, claro.

Luego están otros problemas. ¿Derecho al sufragio de ida y vuelta? ¿Sin que tengan nacionalidad española tienen derecho a ejercer un acto de soberanía si se supone que ese voto municipal lo es?. Y si regresan a sus países ¿cómo les quitamos el derecho que les hemos otorgado? Cuestiones discutibles, aunque superables. De entrada el voto en las municipales de un emigrante legal e integrado es deseable y muy positivo, pero hay que fijar bien los criterios.

Porque lo que más echa para atrás es el tufazo electoral que desprende. Porque parte de la suposición de que puede tener réditos electorales para el PSOE, hasta dar la vuelta a algún enclave ahora perdido. ¿Por qué no el mismísimo Madrid?.

Pero si al destripar estos propuestas comprobamos que tienen poca chicha y menos concreción, lo malo es para lo que se están utilizando. Como cortinas, como botes de humo. ¿Pero saben lo peor? Que el personal les está calando la jugada. La perdida de confianza ciudadana es creciente. Galopa al mismo ritmo que el paro y que la crisis. Porque ya está claro para las gentes: ya puede vestir ZP la crisis de seda, que crisis se queda.