Parece ser que nos estamos cargando 34 especies animales y vegetales con esto de construir donde nos place, según dice un estudio que ha hecho el OMAU. Levantando edificios sin ton ni son y arramblándole el espacio vital al cernícalo primilla que, hasta ayer, no sabía ni de su existencia. Al cernícalo y al martín pescador, entre otras muchas aves, entre las que curiosamente está la paloma zurita, léase como la paloma bulgaris, esa dichosa rata del aire que, cual cucaracha de ocho centímetros, hace que se nos pongan los pelos como escarpias cuando, envalentonada, se nos acerca. Es curioso cómo la edad hace que miremos las cosas con distinto prisma: en la temprana somos capaces de darnos la carrera de nuestra vida a ver si podemos coger una, en la tardía encarta pasarnos horas sentados en un banco con un chusco de pan dándoles de comer pero, entre medio, son simples ratas voladoras que pueden traer decenas de enfermedades como sus primos los murciélagos, que también aparecen en la lista del OMAU. Me pregunto si en el caso de los animales éstos contemplan mudarse, irse por ejemplo a la Costa Brava o a una ciudad más cosmopolita, como Madrid.

Pero de hecho no es así: con tanta construcción descontrolada, lo que no propiciamos es la reproducción de las especies. O sea, que el polvo que levantan las obras del metro se aleja bastante de ser un elixir copulativo. Y si no, que se lo digan a los vecinos de la avenida Andalucía, o de la Carretera de Cádiz.

Lo cierto es que tenemos tanta prisa por modernizarnos que no nos paramos a pensar las cosas dos veces. Sí, hay que darse prisa, pero también se debe usar la cabeza, planear hasta el último detalle para no tener que rehacer una obra en equis años o echar del nido al halcón peregrino que vivía en el Centro y, sobretodo, no convertir el proyecto en arma arrojadiza contra el partido político contrario por mera mecánica electoral. Ahí andan la Junta de Andalucía y Teresa Porras tirándose los trastos a la cabeza por cómo dejar la calle La Unión. Digo yo que esta discusión viene con meses de retraso. O de adelanto, si se mira el calendario electoral.

Yo, si fuera una tórtola europea autóctona de calle La Unión, me mudaría a Valencia, mismamente. Aunque dicen que en todos lados cuecen habas, quién sabe...