Un explorador de las intimidades femeninas dice haber encontrado por fin el Punto G: ese mítico Eldorado del placer que, según la leyenda, sería la madre de todos los orgasmos. De confirmarse el hallazgo de Adam Ostrzenski, ginecólogo, estaríamos ante un descubrimiento en todo punto comparable al del Santo Grial. Minucioso hasta el límite, Ostrzenski sitúa el Punto G exactamente a 16,5 milímetros «de la parte superior del orificio de la uretra». Se trataría de una pequeña cavidad con tres partes distintas que los interesados –e interesadas– en estas cuestiones podrán localizar fácilmente sin más que buscar un poco en la «parte posterior de la membrana perineal».

En esto, como en casi todo, España va con retraso. A lo más que llegamos aquí fue a confeccionar un mapa de inervación y excitación sexual en clítoris y labios menores, encargado hace un par de años por la entonces ministra de Igualdad, Bibiana Aído. Aquel trabajo de cartografía erótica aspiraba a levantar un plano de detalle de esa zona hasta ahora poco explorada de la vulva; pero el propósito no fue del todo bien comprendido. Los retrógrados de siempre consideraban excesivo el gasto de 26.000 euros que el ya difunto ministerio de Aído dedicó a poner el clítoris en el mapa, aunque ahora sabemos que la inversión fue de lo más pertinente.

El hallazgo de Ostrzenski promete abrir una polémica entre los partidarios del clítoris y los del Punto G, que tal vez trascienda el mero ámbito académico. Por de pronto, ya ha terciado en la discordia la sexóloga y presentadora de televisión Alessandra Rampolla para defender la primacía del clítoris en el negociado de la excitación de las damas. Sostiene Rampolla que esa protuberancia carnosa y eréctil sigue siendo la clave del orgasmo femenino, por más que acepte la existencia del Punto G. Para embrollar aún más este tan delicado como complejo asunto, la sexóloga explica que el Punto G sería una especie de Plan B para el caso de que fallase la estimulación del clítoris. Puede que lo que Ostrzenski haya avivado, en realidad, es la vieja pendencia entre los defensores del orgasmo con base en el botón de Venus y los que apuestan por la existencia de un éxtasis vaginal. Lástima que ya no esté Aído para ilustrarnos.