El banco malo de Irlanda ha empezado a demoler bloques de viviendas vacías en urbanizaciones fantasma. ¿Se atreverá a tanto el gobierno español cuando se convierta en el mayor gestor inmobiliario del país?

Irlanda hinchó una burbuja descomunal, y ante el estallido, el gobierno se quedó con lo tóxico y tuvo que ser rescatado. España va a alcanzar la misma meta, pero por caminos más lentos y tortuosos. Aquí se han ido soltando los cadáveres de uno en uno, para llegar a lo que nos espera tras la puerta: el gobierno investido de gran maestro banquero por sus poderes sobre las entidades intervenidas, y de gran maestro inmobiliario cuando el banco malo reciba los ladrillos tóxicos del sistema financiero. Más poder en unas manos que ya tienen mucho: bastante más de lo que permite sospechar su frustrante inacción.

En torno al 40% del PIB español corresponde al sector público, contando desde la subvención municipal hasta la compra de portaaviones. Los millones que se pueden mover con medio decreto superan la facturación anual de grandes empresas. Sumémosle ahora los ladrillos del banco malo. Sobre este inmenso gasto reina la política, o debería reinar.

No hace tanto que lo público tenía también sus promociones de vivienda popular, que llegaron a ser muy numerosas en tiempos de grandes migraciones internas y notoria carencia de oferta. Obra Sindical del Hogar, Instituto Nacional de la Vivienda, patronatos municipales€

promovieron grandes colmenas en las periferias de las ciudades. En lo que ahora le llega al gobierno también hay mucha promoción periférica, al lado de una variopinta cartera de pisos usados. Y puesto que todo ello va a estar en sus manos, el gobierno va a tener la oportunidad de hacer política, en el mejor sentido de la palabra: en el de tomar decisiones que mejoren la realidad. Puede utilizar esos activos para favorecer el acceso a la vivienda de quienes tienen dificultades para ello. O, por el contrario, puede limitarse a transferir el paquete, a precios reducidos, a grandes grupos financieros que así serán todavía más grandes, y que pueden esperar a que suban los precios.

Es una decisión política. Pero desde hace demasiado tiempo estamos oyendo a sucesivos gobiernos decir que hacen lo que hacen porque tienen las manos atadas. ¿Con el control del 40% de la economía, tienen las manos atadas?