Desde la época de los Reyes Católicos hasta nuestros días la historia de España ha estado muy influenciada por nuestra religión mayoritaria que nos permite decir sin lugar a dudas que somos una nación, para bien, con importantes raíces cristianas, porque de forma activa nos ha impregnado de buenos principios y valores coincidentes con los del derecho natural. La influencia del cristianismo entre nosotros es tan importante que la Iglesia puede estar presente en los momentos más alegres y más tristes de nuestras vidas: bautizos, comuniones, matrimonios, santos, entierros €, y ha influido en temas tan importantes como, por ejemplo, el arte, la arquitectura, la literatura, el pensamiento, el lenguaje o en nuestros propios nombres. Estamos próximos a la Navidad, y los cristianos aprovechamos estas fechas para celebrar el nacimiento de Jesús. Es un hecho muy importante porque Dios se hace hombre a través de Jesús, y viene al mundo para darnos testimonio de vida y trasmitirnos enseñanzas, principios y valores que objetivamente son positivos, que los cristianos debemos ponerlos en práctica para prepararnos y ayudar a los demás para llegar al Cielo y estar en presencia de Dios. Tenemos la obligación de no desnaturalizar la Navidad y acordarnos de que el Niño Jesús, y esto es un hecho histórico demostrado, nació y vivió de forma humilde para demostrarnos que no vino a salvarnos a través de los bienes materiales sino siguiendo su ejemplo, y cuando muere en la cruz lo hace también para recordarnos que después de esta vida hay otra, y esto lo celebramos los cofrades con nuestro Cristo Resucitado, momento cumbre de la Semana Santa y de nuestra fe.

En estos momentos de crisis económica puede ser buen momento para que nos reciclemos y, analizando el ejemplo de Jesucristo, seamos humildes y reconozcamos nuestros errores como paso previo a solucionarlos para ser mejores. La Navidad puede ser oportuna para ello y empezar un nuevo año con buenos propósitos, para cumplirlos.