En esta data, 12 de junio, se cumplen 28 años de la firma del Tratado de Adhesión en Madrid y la integración en la Comunidad Económica Europea (hoy Unión Europea) el 1 de enero de 1986, significando una mutación económica y socio política en aquella curtida piel de toro que dio un giro enorme como consecuencia, entre otras variables, de la importante cantidad de fondos regionales y de cohesión que aceleraron el desarrollo de la mayor parte de las regiones españolas, y, por ende, de un clan de ventajistas que se jactaron de tal progreso. Como el resto de los países integrados, España se ve abocada en esta actualidad más sombría a las políticas restrictivas para reducir el déficit, pese al inusitado mea culpa del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Es llamativo que con la visita a la capital del vicepresidente de la Comisión Europea, Joaquín Almunia, las temperaturas experimenten una subida generalizada en el fondo Sur, junto con su mensaje ceñido a «la necesidad de acelerar la definición de sostenibilidad» para llevar a cabo la reforma del sistema público de pensiones ante el envejecimiento de la población. La esperanza de vida -considerable paradoja- debilita a los pensionados por los presuntos recortes previstos en la recta final de sus vidas.

Parafraseando a Luis García Berlanga, en esta coyuntura de crispación que da pavor, «Y ahora hay mucha», es singular que centremos la atención en la frase «Siente a un pensionista en su mesa» (Plácido). Almunia ha llegado a Málaga evocándonos al Mister Marshall de la Eurozona, tan solo le ha faltado concluir en su visita a la provincia los 8.000 negocios asiáticos -hoy Día Mundial contra el Trabajo Infantil-: «Como comisario vuestro que soy os debo una explicación, y esa explicación que os debo la tenéis que pagar». Además, para mayor escarnio, el Málaga C.F no jugará en Europa. Dantesco.