Conociendo, aunque sea de lejos, a los americanos, es posible que en la decisión de los jueces del Tribunal Supremo de USA, de no permitir que se patenten los genes, hayan pesado más razones teológicas que sociales. «Se empieza por un gen, luego se sigue por las demás fórmulas de la creación, y al final querrán patentar al Creador», puede que haya dicho uno en las deliberaciones, «el genoma no es res nulius, pertenece al Altísimo», tal vez haya añadido otro. Sólo así se entiende la decisión, en un país que tiene en sus genes todavía tiernos la apropiación privada de las tierras en la conquista del Oeste mediante la apprehensio. De todos modos, a la espera de que cualquier día la gente se de cuenta al fin de que con el asunto de privatizarlo todo, patentarlo todo, exclusivizarlo todo, le están quitando lo que es suyo y de todos, bien está que vaya apareciendo algún espacio público.