Sin hacer un juego brillante, el equipo nacional de balonmano ha vuelto a subir al cajón de un Europeo para colgarse una medalla de bronce. Y van cinco. Un torneo recio, con altibajos, jugado ante potentes selecciones, en un momento muy difícil para el balonmano español. Lastrado hasta la asfixia, con jugadores y técnicos exiliados por la enorme crisis que afecta al deporte español, los chicos de Manolo Cadenas, en su estreno como seleccionador nacional, han vuelto a partirse la cara para recuperar la ilusión por un deporte y toda su jerarquía, tras el enorme éxito que supuso la medalla de oro en el Mundial celebrado en España hace ahora un año.

No habrá portadas en los principales medios nacionales. Ni celebraciones multitudinarias. Pero estos chicos, este enorme grupo humano, nos va a seguir dando muchas alegrías. Hay raza y carácter. Ambición y humildad. Y las adversidades se terminan convirtiendo en elementos motivadores. Se palpa. Felicidades.

Los grandes beneficiados de este resultado han sido sin duda la pareja de árbitros internacionales Óscar Raluy y Ángel Sabroso. Para ellos fue la final. Los canarios también llevan el sello que identifica al balonmano español y sus éxitos. Siempre en un segundo plano, con una paciente espera, el mundo del arbitraje, su exquisitez, imparcialidad y profesionalidad, quedará para la memoria de este Europeo. Pitar una final tiene que ser algo extraordinariamente excitante. De enorme responsabilidad. Ellos también merecen medalla.

Pero no esperemos nada, sinceramente. No quiero ser agorero. Ni es mi intención llenar este espacio de pesimismo. Mañana nos levantaremos como ayer, dispuestos a darle otro empujoncito a nuestro deporte desde donde nos corresponda. Olvidemos el discurso caduco y manido del ¿y ahora qué?. Ahora igual que ayer. Igual que hace un año. No nos flagelemos. Sigamos trabajando sin esperar un cambio de rumbo pues el giro se lo tenemos que dar nosotros, desde las bases. Sacando jugadores de los colegios. Creando escuelas. Ampliando la estructura piramidal con una cantera sólida.

Tan sólida como la que nos ha representado recientemente en el Campeonato de España de Selecciones Autonómicas. Seis malagueños regresaron con una medalla de oro al cuello para alegría del balonmano malagueño. Los Cabello, Quero, Escobar, Moreno, González y Guardino, forman ya parte de una generación que sigue escribiendo la historia reciente de nuestro deporte. Hay madera.

Seguí con mucha atención la final del Europeo. Las tendencias en las redes sociales. La mucha gente que se arrima a esta nueva forma seguir las competiciones. Llena de técnicos y entendidos. Aficionados o simples curiosos. Con ellos llenaríamos decenas de pabellones por todos los rincones de España. Lo sé. Pero el nivel de nuestras competiciones hoy día no atrae más que a familiares y amigos de los participantes. No hay nivel. No hay espectáculo.