Ayer la España social, la España que exige empleo de calidad, la España que sufre, la España que tirita de miedo porque cada día vivir es un suplicio, la España que pasa hambre, la España sin esperanza, la España de empleo precario, la España explotada por la reforma laboral, la España que sólo tiene consuelo en los salones de Cáritas o de los Ángeles de la Noche, del Banco de Alimentos o de los comedores sociales se echó a la calle. Es la España real, la que cada día se levanta indignada. Es la España de los

5.933.300 parados. Es la España de la generación abandonada, la que está entre los 25 y los 44 años (cerca de tres millones). Esta es la España que a don Mariano Rajoy, el presidente del Paro, lo tiene contento. Esta es la España que se estremece indignada cuando oye a la ministra del Desempleo, doña Fátima Báñez diciendo que «España va sobre ruedas». Esta es la España cabreada cuando, como si fuéramos bobos, escucha al provocador nato que es González Pons que «este gobierno creará 3 millones de empleos». O que el hasta ahora ministro Arias Cañete proclame, sin que se le caiga la cara, que España lidera la creación de empleo en Europa. Que no nos cuenten vainas, por favor; que no nos tomen por tontos, por favor; que no se rían de quienes no tienen para comer, por favor; que no insulten a madres angustiadas porque sus hijos sólo tienen una comida al día y viven de la caridad, por favor. A estos y a quienes nos siguen mintiendo yo les pediría que visitaran, aunque fuera de tapadillo, algunos de los comedores sociales que tenemos en Málaga o se pusieran en la cola del bocadillo de los Ángeles de la Noche para darse cuenta que no se puede mentir a España y a los españoles de forma tan indigna e insultante. Don Mariano Rajoy no es que sea el presidente del Paro, es el pinocho de nuestra vida que se asoma a las televisiones con una sonrisa boba para proclamar a quien quiera oírle que hemos entrado en la senda (tendencia, dicen) del crecimiento. Y según sus propios datos, cuando dentro de dos años termine su presidencia, España tendrá 600.000 parados más de los que le dejó Zapatero. Esta es su victoria, «para estar contentos».

Y no es banal que en este guirigay de cifras, de tendencias, de mentiras, de crecimiento deseado (Guindos), de la costura del déficit (Cristóbal Montoro), de toque de atención del Fondo Monetario y de Bruselas, se alcen en armas los Paraninfos de nuestras universidades. ¿Qué país puede aguantar que todas sus universidades, que sus 79 rectores reivindiquen que sin educación no hay futuro? El Gobierno, con perdón, el ministro Wert o sea Rajoy, se pasa por el arco del triunfo la rebelión de los rectores, síntoma manifiesto de que nada ni nadie lo va a bajar de su nube de optimismo. Tardaremos más de una década en recuperar, si es que se puede, lo único que puede salvar a un país, la formación y la educación. Estoy convencido que para la rama más ultra del PP y para una parte del propio Gobierno, todos los rectores son unos rojos y unos masones; vuelve la historia. ¿Qué esperanza hay para el 55% de jóvenes en paro? ¿Qué futuro tiene nuestra juventud salvo tomar las de Villadiego y marcharse a Chile, a Perú, al Ecuador, o a Europa?

P.D.- (1) Luciano Alonso, consejero de Educación, estuvo claro y rotundo en el Parlamento andaluz; dando datos sin esconder nada sobre el supuesto de fraude de los cursos de formación. ¿Dónde está el fraude de los 2.000 millones de los que habló el señor Moreno Bonilla? ¿Por qué no piden esta transparencia en Madrid y Valencia?

(2) La jueza Mercedes Alaya, ya en las últimas de la instrucción tal y como ella dice, vuelve a sufrir un varapalo de la fiscalía anticorrupción al documentar que no es ajustado a derecho el aval de 29,5 millones de euros impuesto a Magdalena Álvarez. A la juez lo que diga la Fiscalía le trae al pairo. Ella sigue erre que erre y así hasta el desastre total porque ya me dirán ustedes, por poner un ejemplo, cómo recompone su honor y su profesionalidad Magdalena Álvarez y quienes sufren una persecución política y mediática.

(3) En mi puta vida he cobrado en b. Ésta es una afirmación que pondrían decir millones de españoles; ni en b ni en a. Por tanto es razonable que la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Saénz de Santamaría monte en cólera cuando la otra Soraya, la socialista, le preguntara en el Congreso de los Diputados el origen de los 600.000 euros cobrados de su partido, el PP. Que monte en cólera y se la lleven los diablos está bien, muy requetebién, pero que dé explicaciones. Y cómo ella, los sonoros nombres de quienes se han forrado con sobresueldos que avergüenzan la dignidad de quienes lo pasan mal. ¿Se han preguntado ustedes por qué Javier Arenas no está en la lista de ministrables?

(4) Dolores Gobarro, Loles para sus amigos correligionarios peperos, está que se sale cuando tiene delante a la presidenta Susana Díaz. Entonces se crece, se le agudiza la nariz (huele sangre política) y se le nubla la pupila de los ojos como si entrara en tránsito y se estremece en su asidero parlamentario cuando le arrea a la presidenta. Lo malo es que sus avinagradas acusaciones se caen porque alguien le recuerda el caso Gürtel, los manifiestos robos de imputados del PP en las comunidades de Madrid y Valencia, los sobresueldos y ese melón por abrir que es la caja b de su partido en todas y cada una de las direcciones provinciales. Dixit Luis Bárcenas. Claro, el gran cabrón.