Sin que se suscriban los postulados de Podemos, los cuales en su mayoría no dejan de ser utopías o fuego de artificios para encandilar a quienes se revuelven sufriendo situaciones económicas y sociales desastrosas y que, por ende, asistidos por la lógica se agarran a un clavo ardiendo para salir de situaciones imposibles, no se puede dar de lado a algunos de los aspectos que ese novísimo movimiento que tanto sorprendieron en las pasadas elecciones europeas, viene ondeando como bandera al viento. Me refiero a las intenciones de atajar la corrupción que hasta ahora ha venido imperando en buena parte de medios políticos y financieros, donde se desviaron presuntamente hacia faltriqueras propias cuantiosas cantidades en un principio destinadas a fines hartos falaces como son el lucro personal. No ha sido un tónica generalizada pero sí lo suficientemente extendida como para concitar la repulsa sin paliativos de la sociedad de nuestro país. No hacía falta que se aireara por parte de estos airados de voz en grito. Quien más quien menos ya estaba en ello.

En no pocas ocasiones el proceder delictivo de políticos, gestores y administrativos de la cosa pública o privada fueron sometidos a enjuiciamientos y posteriores encarcelamientos que obtuvieron la satisfacción de todos. Siempre quedó en el aire, no obstante, la certidumbre y el resquemor de que no se devolvían los caudales fraudulentamente obtenidos. «Cárcel sí, desde luego, pero que se devuelva lo estafado», ha sido siempre como un clamor popular que solo en contadas ocasiones dio los frutos anhelados. Ahora parece que sí y en eso hemos empezado a salir ganando.

Lo de esquivar la mazmorra mediante el retorno a los extorsionados o, en su caso,a las arcas del Estado del dinero indebidamente apropiado es una acción judicial lícita que ahora acaba de aplicarse a los cuatro cajistas, altos cargos de Caixa Panadés, los cuales se embolsaron en su día lo que no les correspondía en un desvío ilícito por lo que se les pide cuenta. La restitución de fondos a las partes defraudadas, se considere la posibilidad de privación o no de libertad, es una novedad que además de sentar precedente puede que nos haga mirar al futuro con mayor confianza. Algo empieza a moverse en contra malhechores y taimados.

Bienvenido sea. «Quien rompe paga y es amo de los tiestos», que decimos en mi tierra, ésa que se esponja en colosal serranía al sur más al sur de la Península.