El PP escogió a Ruz para arrancar la hidra de Gürtel de las garras de profesionales curtidos como Garzón o Gómez Bermúdez. La trama corrupta es inseparable del partido conservador, y la bisoñez de un juez no titular debía facilitar una resolución incruenta. La sospechosa Dolores de Cospedal se las prometía muy felices vaticinando un archivo de la causa penal en que está implicada para las Navidades... de 2012. Por desgracia, al previsible Rajoy nunca le salen las cosas como tenía previsto. El magistrado se ha liberado de las adherencias del recién llegado. Su instrucción ha confirmado los versos de Quevedo sobre Don Dinero, el poderoso caballero que viene a morir en España,/ y es en Génova enterrado. En negro, como el luto.

Rajoy despista los mazazos de Ruz pidiendo perdón por la corrupción de sus subordinados. En realidad se dirime el comportamiento del presidente del Gobierno, pese al empeño edulcorante de los cuatro ABCs madrileños. El líder del PP es el muy probable perceptor de sobresueldos al margen del Portal de Transparencia, por no hablar de sus mensajes de ánimo desde La Moncloa a su protegido Bárcenas. En los autos del instructor se habla con rotundidad y soltura de la caja B de los populares. Al margen de las hipotéticas sentencias, los historiadores dispondrán para siempre de un material que condena a Rajoy sin paliativos.

Una millonaria caja B exige un plan B a su altura. Ante la dificultad de sojuzgar a un juez deslumbrado por la gravedad de la corrupción que analiza, La Moncloa ha tenido que movilizar a sus operadores judiciales. La instigación contra la investigación. Por tanto, el presidente del Tribunal Supremo por el PP boicotea la instrucción de Gürtel, propugna una justicia penal que se limite a perseguir robagallinas y coloca un dogal explosivo al cuello del magistrado de la Audiencia Nacional. A partir de ahora, Ruz interpreta a Tom Cruise en una de las entregas de Misión Imposible. Trabaja contrarreloj, con un cronómetro que corre hacia el segundo cero que anule su trabajo de años para desmontar los turbios negocios del partido en el Gobierno. Hay un elemento oculto de sadismo en el mecanismo ideado para desactivar al magistrado. No se trata de apartarlo, sino de purgarlo.

La manipulación solapada que ha ejecutado con virtuosismo Carlos Lesmes empeora la expulsión abrupta sufrida por Garzón. El sigilo y el confusionismo pretenden burlar a los ciudadanos en cuyo nombre se administra la justicia, según consta en todos los pronunciamientos del Supremo. En lugar de homenajear a Ruz por la sobrecarga de trabajo asumida con singular celo, se le estrangula burocráticamente. A través de sus órganos judiciales, el PP lo somete a una carrera de obstáculos. El instructor ha sido humillado a la condición de participante en un deplorable concurso televisivo de cocina. El castigo emana de instituciones que no se han caracterizado por una laboriosidad excesiva, con lo que adquiere ribetes de venganza.

¿Por qué se atreven con Ruz y no con José Castro? El instructor del caso Infanta ha logrado con sus aires de chaval callejero, de Pijoaparte retratado por Juan Marsé, un fervor ciudadano que lo convierte en inexpugnable. Su segundo auto de imputación de la hermana del Rey acalló a los palacios. Además, en Gürtel figuran los nombres de Rajoy y de Cospedal, sin intermediarios ni royals de opereta. Curiosamente, Ruz sometió a la secretaria general del PP a un interrogatorio obsequioso, que provocó fricciones con los abogados de la acusación y cuya lectura mueve a estupefacción. Sin embargo, la versallesca actuación del juez no ha impedido que colocara a la presidenta de Castilla-La Mancha a los pies de una imputación, según consta en uno de sus escritos recientes.

Carlos Dívar fue obligado a dimitir por mucho menos. Cuando Lesmes precisó que el proceso penal está diseñado para «robagallinas» y no para «grandes defraudadores», los más ingenuos lo entendieron como una crítica. En realidad, estaba proclamando los principios que desea salvaguardar, la postración ante los poderosos. La recomposición a su imagen y semejanza del Consejo General del Poder Judicial le ha servido para enviar un recado a los magistrados que se toman la justicia por su mano, en la cabeza de Ruz.