Es muy probable que Eduardo Torres-Dulce tuviera presente en su cabeza Río Bravo, el western clásico de su admirado Howard Hawks, cuando tomó la decisión de entregar la chapa como fiscal general del Estado en diciembre. Es una película sobre el valor y la decencia, sobre la coherencia y la honestidad, sobre la lealtad y el sentido del deber. Recordemos lo que decía John Wayne, el sheriff que, ayudado por un agente alcohólico, un pistolero jovenzuelo y un ayudante anciano le plantaba cara al malo de turno: "No me gusta ver a sus hombres en los caminos bloqueando el pueblo. No me gusta que nos vigilen y traten de cazarnos traicioneramente. No me gusta que maten a un buen amigo mío una hora después de haber dicho que quería ayudarme. Y no me gusta usted, Burdette, porque es el culpable".

De su pasión por Hawks y otros nombres admirables del cine clásico ha escrito mucho y bien el ex fiscal general. En 2009 publicó toda una declaración de intenciones: ´Armas, mujeres y relojes suizos´, título que hace referencia a un célebre diálogo de otra película de Hawks, Río Rojo. Cine y literatura se daban la mano en los textos de Torres-Dulce con la sencillez y concisión que mostraba en el programa ¡Qué grande es el cine!. Con su trío de ases siempre a mano (Ford, Hawks, Hitchcock), se recreaba en ese cine clásico siempre moderno que uno no se cansa de ver porque siempre se descubren cosas nuevas, y, al tiempo que renegaba de las teorías de autor, alimentaba sus páginas de devoción por las películas que le dejaron huella. Y arrancando, no por casualidad, con una frase de La isla del tesoro.

Dos años después, Torres-Dulce volvió a la carga con un libro que acotaba más el territorio: Jinetes en el cielo, en esta ocasión centrado en la trilogía de la caballería que John Ford rodó en cuatro años, Fort Apache, La legión invencible y (la más floja) Río Grande. Torres-Dulce no sólo explora con rigor y destreza todos los aspectos cinematográficos sino que ofrece una visión oportuna del origen literario y, como guinda que redondea la obra, consigue que tras la lectura se vuelva a tener ganas de revisar las tres películas de Ford, sobre todo la primera.

Quizás ahora que ya no es Sheriff General.. perdón, quería decir Fiscal General, pueda, como su amigo Garci, dedicar más tiempo a escribir de cine sobre cine de grandes horizontes.