Nos lo contaba Alfonso Vázquez en este mismo periódico hace apenas un par de días, y la noticia es inquietante: «La fuente de Berrocal será retirada hoy del Limonar a causa de su mal estado. La obra se trasladará a la casa taller del artista en Villanueva de Algaidas para su conservación y estudio». Hombre, menos mal, piensa el lector en una primera lectura apresurada: al fin se va a arreglar el desaguisado. Leyendo con más detenimiento, y tirando de hemeroteca, se descubre que la retirada se produce como respuesta a una petición de la Fundación Berrocal, con el propósito de frenar el progresivo deterioro que estaba sufriendo el conjunto desde hacía muchos años. Que su conservación se había convertido en un asunto espinoso, en cuya gestión vecinos y Ayuntamiento tenían importantes discrepancias. Que su retirada parece sugerir más incertidumbre que soluciones, pues no existe en este momento prevista restauración alguna por parte del municipio; lo cual parece más una claudicación que otra cosa. Con la partida sin billete de vuelta de Opus 363, que así es como se llama la pieza escultórica, queda malograda -esperemos que temporalmente- una de las escenografías urbanas más conseguidas de la Málaga contemporánea, de la cual la fuente del maestro Miguel Berrocal no es sino su elemento más distintivo. Un conjunto que parece extraído de un cuadro de Giorgio de Chirico, una pieza de architettura metafisica inseparable del lugar en el que se asienta, y en la que cipreses, escalinatas, canales y vacío son también partes integrantes de un todo. Un conjunto que, por una vez, surgió de una iniciativa privada y lejos del centro urbano.

Esperemos que la fuente sea devuelta pronto al lugar para el que fue pensada, y que el lugar luzca de nuevo su esplendor originario.

*Luis Ruiz Padrón es arquitecto