El fútbol es de lo más cambiante. Un par de resultados basta para que cambie la perspectiva por completo. Véase el caso del Madrid. A finales de 2014 no había equipo en el mundo como el blanco. Un mes y medio después ya casi no vale nadie de aquel conjunto que asombraba. Ni Cristiano Ronaldo, al que además le ha hecho mucho daño el asunto de su fiesta de cumpleaños del pasado sábado, cuya celebración empezó al poco de finalizar el partido con el Atlético de Madrid. Al portugués se le ve más fuera que dentro al final de temporada. El Madrid está dispuesto a escuchar ofertas. No parece fácil que las haya, por lo menos de las estratosféricas, pese a que lo diga su agente, que asegura incluso que hay quien está dispuesto a pagar nada menos que 400 millones por el portugués. Ya se sabe de este tipo de cosas que al cocer menguan, y sobre todo cuando se sabe que el club es el principal interesado en vender.

Con independencia de que haya cola de interesados o no lo que es también evidente es que el Madrid da prácticamente por amortizado a Cristiano Ronaldo. Con el importante problema que le aqueja, una tendinitis rotuliana, hay convencimiento generalizado de que el portugués ya nunca volverá a ser el que fue, y es que estamos ante un futbolista que necesita de un físico al cien por cien para lucir. Por eso los responsables del club están preparando el Madrid que viene. Y en ese futuro inmediato Bale juega un papel primordial. Al galés se le ve como el futbolista que lidere el proyecto.

El presidente del Madrid tiene confianza ciega en las cualidades del británico. Florentino Pérez se empeñó en ficharlo y su «enamoramiento» no se acabó ahí. Cree firmemente en que Bale será la nueva estrella del fútbol mundial. El Ronaldo de dentro de un par de años. Si esto va a ser así, es decir si Bale se convierte en un jugador superlativo lo veremos pronto, pero, la verdad, cuesta trabajo creerlo. A Bale todavía no se le ha visto la capacidad resolutiva de los más grandes, una capacidad que no se traduce sólo en meter goles, sino sobre todo en tirar del equipo. ¿Tiene Bale condiciones para ello? Por lo visto hasta ahora no parece, pero también es cierto que a veces hay evoluciones absolutamente inesperadas. No sería el primer caso del jugador que explota al desaparecer un tapón, léase Ronaldo, que lo oprimía.

Los galones que se le conceden a Bale vendrán acompañados de sangre fresca. Pérez quiere rejuvenecer al Madrid. La recuperación de jugadores criados en las filas blancas, como Morata, Cheryshev y Casemiro, está sobre la mesa. Se unirían a los ya incorporados Odegaard, Asensio y Lucas Silva, jóvenes que llegan bien avalados, aunque no puede uno evitar hacerse la eterna pregunta de estos casos. ¿Valen para el Madrid, no tanto futbolística como anímicamente, por eso de la enorme presión a la que estarán sometidos? Preguntas que el tiempo se encargará de responder, como la de que cómo se tomará Ronaldo la pérdida del cetro, pero vaya por delante que no parece que el portugués sea de los que acepte fácilmente verse relegado. Alguien que está poseído por tal ambición puede convertirse en una bomba en el vestuario.