De vez en cuando (y ahora más, cuando parece que la tendencia descendente del paro se consolidará este año en España), aparecen documentos privados de organismos nacionales y extranjeros apuntando que el pleno empleo, entendido este como el 8% logrado en 2007 (un nivel que sería horrible en países como EE UU o Dinamarca) se alcanzará, de nuevo, a partir de los años 2020. Pero, ¿será así? ¿Los avances tecnológicos que se están produciendo lo van a permitir? Primero llegaron los informes-Casandra. Por ejemplo, hace dos años, un estudio elaborado por investigadores de Oxford alertaba de que hasta un 47% del empleo total «está en alto riesgo de desaparecer», ya que muchas tareas quedarán automatizadas en un par de décadas (especialmente, en sectores como transporte, logística, administración y todo aquello relacionado con el trabajo de oficina). Pero, ahora, empiezan a llegar las realidades. La cadena norteamericana de televisión CNN informaba de que, el próximo julio, abrirá en Nagasaki un hotel gestionado por actroides (robots con aspecto humano, capaces de defenderse en varios idiomas y que responden a estímulos de tipo corporal). Según el responsable del grupo hotelero, la mayoría de las tareas de la instalación recaerán en dichos robots€ lo que permitirá fijar unos precios muy económicos por habitación.

Otros expertos advierten de que no hay que ser en absoluto alarmistas ante el avance de la robótica u otras ramas tecnológicas, ya que siempre se necesitará gente para, por ejemplo, desarrollar los robots (lo que puede crear nichos de trabajo cualificado -como ingenieros- y no cualificado, caso por ejemplo de los ensambladores). Pero la duda persiste: ¿se generarán tantos o más empleos, de calidad, como los que puede destruir esta ola de innovación tecnológica?