Este año tiene, como todos, cuatro estaciones, pero en política también. Cambiemos a la acepción ferroviaria. En la primera estación, la de las elecciones de este mes en Andalucía (principal granero de votos de España), se verá cuánta gente, y con qué traje, se sube y se baja del tren. Con esa idea del pasaje se llegará, en mayo, a la estación de locales y autonómicas, en las que se bajaran masivamente viajeros y subirán otros. Recién acomodados los pasajeros en sus asientos se verá en la tercera estación, la de las elecciones catalanas de septiembre, si una vez subidos al tren, y antes de sentarse, los viajeros intentan o no desenganchar el vagón. De este modo, si para entonces el tren no ha descarrilado, cuando se llegue a la cuarta y última estación, la de las elecciones generales de finales de año, la composición y ocupación del convoy estará tan hecha que sólo quedará elegir al revisor.