Susana Díaz. Acertó en su estrategia de adelantar las elecciones dinamitando el pacto del gobierno con Izquierda Unida. Todas las encuestas le dan una amplía mayoría pero no la suficiente para alcanzar la mayoría absoluta. Esos tiempos ya serán difícil que se repitan. Los sondeos más optimistas le dan hasta 50 escaños (55 es la mayoría) por lo que deberá gobernar en minoría en un complejo y fragmentado parlamento ya que ninguna fuerza se atreverá a trazar pactos de gobierno hasta después de las elecciones generales de finales de año o principios de 2016. En el PSOE andaluz tenían claro que para afrontar con garantías de éxito esta campaña deberían centrarla en la figura de su candidata y dejar la devaluada marca del PSOE en un segundo plano. El mismo que le han concedido a Pedro Sánchez, con dos únicas visitas a Andalucía, al que han escondido en la campaña. Pero no por que sume o reste, no. Escondido por que en el PSOE andaluz están tan seguros de la victoria la noche del 22M que quieren patrimonializarla y mandar un mensaje a la sede madrileña del partido. La campaña del PSOE ha sido Susana Díaz. Una campaña personalista donde se ha limitado la gestión socialista a los 18 meses escasos de presidencia de Díaz. Había que borrar de la memoria del electorado los años de gestión de Manuel Chaves y José Antonio Griñán, los casos del fraude de los ERE, de los cursos de formación... y trasladar el mensaje de que si Andalucía es la comunidad con más paro y con ciertos problemas en índices educativos se debe sólo y exclusivamente a los recortes de Mariano Rajoy. Díaz ha encarnado en campaña su mensaje de que llegan nuevos tiempos, se ha lanzado al contacto directo con los ciudadanos y, por primera vez, entró en el cuerpo a cuerpo con Podemos, formación a la que nunca le había dedicado un minuto.

Juanma Moreno. El adelanto electoral ha sido una losa para la estrategia de un PP andaluz en reconstrucción. Al candidato le ha faltado tiempo aunque en campaña ha cogido ritmo y se ha venido arriba, como le jaleó Soraya Sáenz de Santamaría, pero no lo suficiente como pronostican las encuestas, que incluso reflejan que podría obtener el PP su peor resultado en los últimos 20 años en Andalucía con una horquilla de entre 29 y 36 escaños, lejos de los 50 con los que ganó las elecciones en 2012. Moreno y el PP andaluz se agarran como pueden a que existe una bolsa importante de indecisos, cerca del 40%, que han manifestado su intención de votar pero que aún no han decidido a quién y tratan de sacar de la abstención, que cifra en un 20%, al votante tradicional del PP descontento, quizás, con las políticas de Rajoy. Juanma Moreno sabía que el primer envite electoral sería duro, pero las proyecciones que le dan las encuestas es un duro revés para un partido que, encima, erró en la forma de combatir el auge de Ciudadanos en Andalucía.Moreno deberá invitar a unas cañas a Rafael Hernando, que con su famoso «Naranjito» le hizo la campaña electoral al partido de Albert Rivera. Su victoria en el debate electoral parece que sólo sirvió para animar a la tropa, pero insuficiente a día de hoy para ser el partido más votado en Andalucía.

Teresa Rodríguez. Andalucía se ha presentado como el laboratorio electoral para medir la fuerza real de Podemos y aunque queda una semana para que se compruebe, las encuestas le dan una horquilla entre 15 y 19 diputados. Un resultado brutal para una formación desestructurada en Andalucía; sin un programa efectivo; con candidatos que ni se conocen entre ellos; sin grandes propuestas o con ideas ambiguas. Su fuerza es Pablo Iglesias, el que suma votos, que está exprimiendo al máximo el descontento generalizado con la clase política y con los partidos tradicionales. Su campaña ha sido tan fácil como repetir en público y en los medios de comunicación cualquier conversación de los ciudadanos en un bar hasta tal punto que no dice lo que los ciudadanos quieren oír, si no que repiten lo que un alto porcentaje de ciudadanos piensan, luego lo digiere y difunde de forma viral por las redes sociales.

Antonio Maíllo. Izquierda Unida aún se relame las heridas que le provocó el adelanto electoral y su expulsión del gobierno andaluz. Todos los sondeos coinciden en que el batacazo de IU será monumental hasta caer en cifras casi anecdóticas con entre 4 y 6 escaños frente a los 12 actuales. Pese a presentar una buena gestión en las consejerías que gobernaron (excelentes datos y elaboración de planes turísticos, desbloqueo del metro de Málaga), el efecto Podemos les ha sobrepasado por tierra, mar y aire y han tenido que rescatar del olvido a Julio Anguita para que participe 15 años después en un mitin electoral. A IU siempre les quedará el PCE. La formación de izquierdas asiste desconcertada a su descomposición electoral, donde otros partidos incluso se apoderan de parte de su programa electoral como hizo el PSOE con la banca pública o Podemos con sus medidas sociales. El problema eterno de IU es que aún no han sabido cómo contentar a sus bases y cómo presentarse a su vez a la sociedad como un partido alejado de las ideas más extremas que ahuyentan al votante.

Juan Marín & Albert Rivera. El candidato de Ciudadanos se llama Juan Marín, pero la campaña es de Albert Rivera. Ciudadanos ha sabido presentarse como el partido de la esperanza frente al actual bipartidismo, como el partido del cambio pero capaz de mantener la arquitectura institucional que funciona en España desde hace más de treinta años. Un cambio tranquilo, sin recelos, con un líder joven que recuerda al Adolfo Suárez de la juventud, al Felipe González del 82 o al novato José María Aznar de 1993. Ciudadanos ha entendido que los ciudadanos reclaman un cambio en la forma de hacer política, pero también quieren mantener el actual sistema y ven en el partido de Rivera a una formación con ganas de cambio y que no tiene muertos en el armario. Nadie duda de que estamos en las puertas de un cambio, de ciclo político, y en este terreno Ciudadanos parte con la ventaja de presentarse con hombres y mujeres jóvenes, sin pasado y con un discurso válido para cualquier punto de España. Pese a los ataques del PSOE y, sobre todo, del PP, «los naranjitos» irrumpen con fuerza en el parlamento andaluz y pueden ser la llave del próximo gobierno.