Cada día encuentro más partidarios de adoptar medidas drásticas contra la publicidad agresiva en Internet. A cada paso te asaltan y te la meten (la publicity, quiero decir) por la pantalla, después tienes que buscar la correspondiente aspa para cerrarla y, ahora, ¡zas!, otra trampa, ésta, por ejemplo, a través del correo electrónico que te hace creer que es de alguien conocido, y no es así, y en eso suena el teléfono y es Jazztel, Orange o su€ que empieza preguntándote por tus asuntos cuando más disfrutabas de una conversación. Y en estas, te enteras que Podemos, IU y Bildu (ellos solitos se juntan) votaron en contra, en el Parlamento Europeo, de exigir la liberación de los opositores -como Antonio Ledezma, Leopoldo López y Daniel Ceballos- al régimen venezolano que asesina adolescentes en las calles de Caracas. ¡Qué vergüenza de españoles, que se duelen de los muertos de los otros y esconden los suyos!, ¡qué vergüenza nos espera!

Días antes moderaba un debate en el Colegio de Médicos con los candidatos autonómicos -Ana Corredera, Daniel Pérez, Dolores Quintana, Pedro Gómez y Manuel Franquelo, escoltados por el presidente Juan José Sánchez Luque y el doctor Miguel Such, de Málaga Health Foundation- y, de repente, empezó a calentarse el ambiente y descubrí las dotes oratorias de Corredera, que como si fuese una experta en aikido -el camino de la energía y la armonía- desarmó al delegado de Salud, Pérez, haciéndole perder por el suelo sus papeles, ¡qué combate, Dios! En cambio, el jueves, Celia Villalobos almorzaba tranquila en el Palmeral con su hermano Pepe y la mujer de éste, y no jugaba al Candy Crush, insólito. Mientras esto sucedía, el nuevo delegado del Gobierno en Andalucía, Antonio Sanz, hacía campaña en cualquier parte en un ejercicio partidista impropio de quien ostenta su responsabilidad. Nunca conocí a nadie que hablara bien de él, ya es difícil. Por contra, qué satisfacción saber que hay en Málaga una asociación como Custodia Compartida. Su presidente es Fernando Chapado de la Calle, profesor en la Facultad de Psicología, a quien conoceré mañana. Otro descubrimiento, éste en calle Bolsa. Me afano en el despacho de Rafael Reyna resolviendo el 036 de Hacienda -que se le resistía como un bicho a la muy amable Yolanda- y descubro unos cuadros de Enrique Brinkmann y Francisco Hernández que calman el ánimo, desde la tinta china y aguada de Santa Teresa hasta el tríptico de la Semana Santa€ ¡qué maravilla!, ¡qué fuerza! Se empeña Hacienda no sólo en vaciarnos los bolsillos sino en torturarnos con su kafkiana burocracia y requerimientos incomprensibles. Más parecemos siervos de la gleba que ciudadanos. A propósito, tengo que hablar con Juan Cassá, gobernador de Rivera en este reino, pero me encuentro con José Enrique Lara -hermano de Francisco Javier, decano de los abogados-, Eugenio Moltó, Francisco García y Reme Jiménez, el primero será cabeza de lista en municipales, y la última número dos. Tienen una tarea difícil por delante pero ¿ustedes conocen algo importante que no cueste sacrificio y que no merezca la pena del esfuerzo? Yo, no. Me voy por el Caminito del Rey antes que el próximo sábado lleguen las masas con don José Ortega y Gasset de guía. Por si no lo sabían, Enrique Gasset Lázaro, que gestiona el Castillo de Santa Catalina, es hijo del primo hermano del filósofo del perspectivismo y de la razón vital e histórica. Pues bien, estoy en estas cábalas cuando pulso en Molina Lario 4 el timbre de los Font y en la segunda planta me encuentro con los hermanos Basagoiti, Curro y Pablo, de Proyectanda, que nos introducen en los secretos de sus artes mágicas. Es un estudio en forma de triángulo de columnas y paredes de madera, con algún mueble antiguo y de buen gusto. Allí pasamos horas y horas, aunque no tantas como en la noche cuando leo al llegar a casa Alba rápida, una de las primeras obras, años veinte, de Emilio Prados:

¡Pronto, deprisa, mi reino,/ que se me escapa, que huye,/que se me va por las fuentes!/¡Qué luces, qué cuchilladas/sobre sus torres enciende!/Los brazos de mi corona,/¡qué ramas al cielo tienden!/¡Qué silencios tumba el alma!/¡Qué puertas cruza la Muerte!/¡Pronto, que el reino se escapa!/¡Que se derrumban mis sienes!/¡Qué remolino en mis ojos!/¡Qué galopar en mi frente!/¡Qué caballos de blancura/mi sangre en el cielo vierte!/Ya van por el viento, suben/saltan por la luz, se pierden/sobre las aguas€/Ya vuelven/redondos, limpios, desnudos€/¡Qué primavera de nieve!

cima@cimamalaga.com