Minuto 1 del segundo partido de Liga del Cádiz CF. Dani Güiza, jerezano, xerecista y anticadista reconocido, mete su primer gol con el conjunto amarillo. La afición, días antes dividida, entregada al delantero; este, loco de contento celebra el tanto como aquel que anotara en la Eurocopa de 2008, pero sin hacer el arquero. El fútbol es para muchos algo más que un deporte. Es pasión, sentimiento, amor a unos colores, pero ocurre que, tal y como está montado esto, muchos de sus protagonistas ejercen, fichan y para casa, sin besar el escudo ni nada.

Esta semana de selecciones y por un asunto parecido, el protagonista ha sido Gerard Piqué, que en una de las intervenciones más sensatas y más sinceras de los últimos años en el fútbol español, explicaba -como si hiciera falta- porqué cree él que le pitan, porqué es como es, porqué le mola que el Madrid pierda cuando juega y otros tantos asuntos que dan que hablar en las tertulias deportivas cuando Messi y Cristiano no dan titulares.

El defensa catalán -pero catalán, catalán- es uno de los pilares de la selección española. Menudo lío, ¿eh? No tanto. Desconozco las razones concretas por las que la gente que va a un partido de la selección pita a Piqué. ¿Porque sale hasta tarde? ¿Porque es antimadridista? ¿Porque quiere la independencia de Cataluña y cuando suena el himno piensa en Shakira y en sus niños en vez de en la grandeza del estado español?

Dudo que Cazorla, Ramos o, ya que estamos, Diego Costa, piensen en ello. Se puede criticar a Gerard Piqué por ir mal al cruce, por estar mal de forma o por no dar un pase a un compañero. Esto es, por lo que haga sobre el césped. Pero criticar a un jugador, un jugadorazo que se ha partido literalmente la cara con el combinado español, porque quiera que al Madrid le metan cuatro cada vez que juegue o porque apoye a una plataforma política que lucha por la independencia de Cataluña, es absurdo. Todos querríamos a once Camachos sobre el campo, a los que se les erizaran todos los vellos de su cuerpo con el primer acorde del himno o con sólo ponerse La Roja, pero no es el caso.

Piqué viene a fichar, a hacer sus horas y se vuelve para casa. Y mientras lo siga haciendo como hasta ahora, por mí que siga muchos años más.