Hubo sorpresa, pero en todo caso fue relativa. El jueves, la comunidad universitaria se citó con las urnas para elegir el nuevo rector de la Universidad de Málaga. La participación desigual, masiva en el caso de los doctores, a los que el sistema ponderado concede un mayor peso, paupérrima en el caso de los alumnos. Una gran asignatura pendiente del sistema, que no logra que los estudiantes terminen de involucrarse o de preocuparse por la institución en la que se forman. Un debe que es generalizado.

Habrá segunda vuelta. Era de prever. Y en ella no estará Miguel de Aguilera. Y eso sí que no lo esperaba casi nadie, y menos el catedrático de Comunicación Audiovisual, que llevaba meses poniendo toda la carne en el asador en su nuevo intento por hacerse con el cetro de la UMA. Cuatro años después, ha sufrido un gran desgaste electoral y la certificación de que, en este caso, segundas partes no son buenas. Puede que por eso nunca ante un candidato repitiera en su propósito. Le ha podido Ernesto Pimentel, que se ha colado en la segunda vuelta dando una auténtica campanada y tras una campaña muy distinta, mucho más discreta, pero a tenor de los resultados, mucho más eficaz. En las elecciones de 2011, Aguilera era la única voz contestataria al continuismo que representaba Adelaida de la Calle. Hubo tercer candidato entonces, Alfredo Redoli, pero su presencia en el proceso fue más testimonial que otra cosa. En esta ocasión, y contra todo pronóstico, quien ha acaparado el voto de la renovación ha sido Pimentel, que se medirá ahora a José Ángel Narváez.

«La ley es dura, pero es la ley», decían los romanos en latín. Los partidarios del aún rector en funciones piensan ahora que trece puntos porcentuales de diferencia deberían bastar para no repetir la elección. Pero hay que acatar la norma establecida en los estatutos de la UMA. Y el temor, infundado o no, reside ahora en una posible alizanza entre Pimentel y De Aguilera, ya que juntos sumarían más apoyos que Narváez. Puede que ya existan guiños de complicidad y algo más. Correos electrónicos y post en redes sociales, que llaman a la movilización por el cambio y un hipotético pacto que nunca sería gratuito, se entiende. Narváez y su equipo hacían el jueves el signo de la victoria, mientras posaban ante los medios de comunicación. Fue el único candidato que se acercó al Rectorado, pensando que había vencido. Pero aún faltaba por contabilizar los votos emitidos en la facultad de Ciencias... Y allí ganó Pimentel. De hecho, la victoria moral es suya.