El rey Felipe ha pedido a los partidos políticos que, si hay nueva campaña electoral, ahorren. El consejo es sensato. Sin embargo: incluso si apela al sentido común quiebra su neutralidad, ya que si es el monarca de todos, también lo es de los insensatos. De otro lado: no olvidemos que la Casa Real es una institución sin predicamento moral si de instar al ahorro se trata. Aún así, puede que Felipe fuese el político mejor valorado si decidiera presentarse a unas elecciones. El argumento de que las elecciones son caras me resulta especialmente fastidioso y demagógico. Más barata es una dictadura, claro. Y si se vota de nuevo, se gasta de nuevo, en parte es porque somos nosotros los culpables de haber elegido a líderes políticos que sólo tienen de líderes el nombre, dado que un líder lo es en tanto capaz de lograr acuerdos. Ninguno de los tuercepactos actuales lo ha conseguido. No tendremos Gobierno, pero ganamos en neologismos. Hemos comenzado una columna un punto antimonárquica y nos está saliendo una diatriba genérica y por tanto injusta como si aún no hubiésemos despachado dos cafés con leche, complejo alimenticio sin el que no razonamos y, mucho menos, estamos dispuestos a regalar ditirambos a nadie. Prosigamos.

Dicen las crónicas que Zarzuela también insta a los partidos a no cansar en demasía a la gente. En esto llegan tarde. Ya estamos ahítos. Lo de cansar lo ha largado Isidro Martínez Oblanca, diputado de Foro Asturias que se vio ayer con el monarca. Es difícil ir a ver al Rey y dar luego una rueda de prensa: tienes que decir algo potable y darte importancia. O sea, ser indiscreto. Felipe vio también, entre otros, a Aitor Esteban, Alberto Garzón o Pedro Quevedo, diputado de Nueva Canarias, que se mostró inclinado a limitar «los gastos en cartelería» en una nueva campaña electoral. Curiosa propuesta en los tiempos de internet y las redes sociales. En lo que no rogamos que ahorren es en ideas. En eso ya ahorraron en la anterior. El Rey continuará hoy proporcionando minutos de gloria a jefes políticos que irán desfilando por Zarzuela con sus mejores galas y deseos de agradar. Mucha sonrisa y poco pacto y menos Gobierno, bien podría decirles Felipe. Que no ahorra en consejos.