Hace unas semanas, el Sindicato Médico de Málaga publicaba un comunicado en el que se anunciaba que el SAS cerrará este verano en Málaga 433 camas, un 59% más que el verano de 2013. En la provincia, según esos mismos datos, se va a cerrar un cuarto del total de camas. Habitaciones que son dobles, en verano se convierten en individuales por arte de birlibirloque. A esto se le llama recortar. Recortar un sistema sanitario que ya de por sí es precario.

Por un lado, es cierto que el funcionamiento y la valoración de los servicios está muy bien valorada por los ciudadanos pero, si nos ponemos al otro lado de la sala de consulta, habría que empezar a pensar que hay cosas que no funcionan. No funciona o no puede funcionar un sistema que sobrevive gracias a médicos en formación. Los MIR suponen para el SAS una tabla de salvación a bajo precio para mantener la calidad del servicio. Jóvenes en formación que actúan como médicos totalmente cualificados. En 2012, los MIR en Málaga fueron a la huelga y los tiempos de espera en la provincia se aumentaron en más de tres horas. Estos mileuristas, tratados como médicos de plenos deberes pero sin plenos derechos, son los que sostienen a este SAS precario.

El verano le sienta mal al SAS. Así lo apuntan los sindicatos: el CSIF denuncia que las vacaciones de veinte médicos de urgencias del Civil y Carlos Haya las van a cubrir diez médicos contratados al 50%. Al SAS le salen las cuentas, a los pacientes y a los médicos, no.

El lunes lo contaba en La Opinión de Málaga Agustín Muñoz, en verano los tiempos de espera se multiplican y la Sanidad andaluza se salva, sólo y exclusivamente, por la profesionalidad del personal.