Mal negocio está siendo la puerta giratoria que lleva del gobierno a los bancos. El caso de Rodrigo Rato no está cerrado y aún le quedan muchos abucheos en la calle antes del no descartable ingreso en prisión. El de Soria, indiscutiblemente propuesto por Guindos con aquiescencia de Rajoy, es otro torpedo en la teórica regeneración democrática del PP y un desmentido casi grotesco de su sentido de la oportunidad política. Ni siquiera los barones del partido han callado su repulsa, buen indicio del huracán que estraga las bases. Hay muchos otros paseíllos político-bancarios, pero las circunstancias de los últimos dejan chicos todos los precedentes.

Si el ministro de Economía piensa repetir en la tribuna del Congreso sus argumentos administrativistas, puede ahorrarse la comparecencia y no lesionar aún más la imagen del partido. Por más vueltas que le dé, este caso de descarado amiguismo retrata de frente y de perfil una manera de gobernar sin el menor respeto a la opinión pública. Es precisamente Guindos el que debe dimitir, tras haber lastrado el peso de la cruz que arrastra Rajoy. Y todo ello en vísperas de unas elecciones gallegas nada claras para Feijóo, y en el fragor de un desesperado intento de conservar la jefatura del Gobierno español a base de concesiones regenerativas que delataron su falsedad a los pocos minutos de la fallida investidura.

No cabía imaginar mejores bazas a la oposición para revolcar al candidato en el proceso de recuperación de prestigio y confianza exigido por el fracaso parlamentario. La fantasía supera la realidad en un hechizo diabólico que mueve al presidente a defender el despropósito, en lugar de cerrar la boca y desviar las aguas turbias al cauce del ministro. Mientras tanto, hay que creer que, por estar en funciones, no le han llamado a la mesa germano-francesa-italiana que busca salidas al caos de Europa. También estaba en funciones para el cónclave del G20 en China, pero allí sí acudió para nada, y defendió al amigo Soria contra viento y marea. El tufo de caducidad y agotamiento que todo esto despide no hace más que reforzar la urgencia del cambio. Ya lo verán. La música de buche tiene cada día mayor recorrido.