En estos tiempos, el verbo participar se configura en una propuesta que nos atesta. El término proviene de la raíz latina pars-partis cuyo significado es dar parte, hacer parte de un todo, convirtiéndose en un componente esencial del pluralismo. Estos días, en muchos mentideros de la ciudad, sean oficiales u oficiosos, la expresión «participación ciudadana» recobra un inusitado protagonismo. El objetivo de ésta es la integración de todos los sectores de la sociedad (entidades territoriales, ciudadanos, organizaciones, expertos,€) en los procesos de toma de decisión, considerándose un valor añadido a la política contribuyendo a un buen gobierno. Parafraseando a Honoré de Balzac, no escuchar al que habla, no sólo es una falta de cortesía, sino también menosprecio, en el trato social nada es más productivo como la limosna de la atención.

Esta dádiva la están prorrateando nuestros comisionados en el Ayuntamiento para dilucidar el futuro de proyectos anquilosados los cuales están frenando de forma manifiesta el progreso de una Málaga expectante de su prosperidad tangible. De nuevo, vuelven a la palestra de la consulta ciudadana los casos de la menoscabada manzana de los antiguos cines Astoria y Victoria, con un letargo insostenible el cual dura más de diez años de incuria; los usos irresolutos de los terrenos de Repsol, convertidos en un enigma continuado y el hotel de 135 metros proyectado en el puerto, tras desdecirse el alcalde tras votar en contra hace apenas dos semanas.

Hay una máxima que advierte: empezar con los vecinos para mejorar la calidad de vida de los mismos€ ¿Para qué comenzar más lejos? John Stuart Mill, filósofo y economista inglés nos alude: «Como fuerza social, un individuo con una idea vale por noventa y nueve con un solo interés». Reflexionen.