Y el BOE dijo ábranse las aguas, pero las aguas no se abrieron. Puede resultar frívolo recordar la alusión bíblica de cómo Moisés atravesó el Mar Rojo cuando aún sufrimos las consecuencias de las tristes inundaciones en Málaga y Cádiz, pero sirve para entender, tras conocer los resultados del informe PISA, lo que nos sigue ocurriendo en este Sur 33 años después del Real Decreto 3936/1982 (publicado en el BOE del 22 de enero de 1983). Su artículo 1º decía así: «€ se transfieren las competencias y funciones del Estado en materia de enseñanza no universitaria a la Comunidad Autónoma de Andalucía y se le traspasan los correspondientes servicios e Instituciones y medios personales, materiales y presupuestarios precisos para el ejercicio de aquéllas». Pero el tango andaluz va, cojo, camino de cantar que 33 años no son nada.

Llevo tres décadas dedicado al oficio de leer y observar para preguntar adecuadamente y comprender y valorar las respuestas. De las reacciones al Informe PISA 2015 me quedo con una frase de Montserrat Gomendio, anterior colaboradora del controvertido ministro Wert y hoy una de las responsables de ese informe PISA que anualmente elabora la OCDE evaluando a una parte de los chavales de 15 años que habitan en sus por ahora 34 países miembros: -Para mejorar uno tiene que adaptar su sistema educativo. Un sistema que se queda parado en un mundo que está cambiando a gran velocidad se quedará rezagado.

Creo que ése es uno de los grandes retos de nuestro tiempo. Incluso está detrás de la reciente polémica generada entre padres y colegios sobre los deberes de sus hijos. Por ejemplo, si esta sociedad está arrinconando a la clase media, convirtiéndola en parte en clase trabajadora pobre y en condiciones de explotación, además de ser una sociedad en la que trabajan con suerte precaria demasiados progenitores (vivan juntos o separados), de qué manera se podrán dedicar a hacer los deberes con sus hijos cuando lleguen a casa a deshoras, viviendo al salto de mata cada día de la semana. Un signo de nuestro tiempo entra en confrontación con otro y el sistema educativo no parece contemplarlo. Niños pretendidamente en formación bilingüe con padres sin formación idiomática que deben trabajar con ellos los deberes, otro ejemplo. Qué significa todo esto. Pues una probable desigualdad más, otro desajuste. Que no sólo los hijos de padres estables, altamente cualificados y con libros en casa, tendrán más oportunidades de hacer los deberes con ellos y mejorar a la hora de afrontar los exámenes, sino también los hijos de funcionarios o trabajadores con horarios fijos y sueldos suficientes asegurados. Los hijos de padres autónomos y los de padres sin horarios laborales y sometidos a una gran presión para sufragar gastos, se verán solos a la hora de hacer esos deberes (como los hicimos todos en mi generación, por otra parte) y habrán de volver luego al aula con lo no bien aprendido o mal repasado.

Son muchos los factores que rodean el éxito educativo. Algunos expertos los han señalado con detenimiento y prudencia. Pero hay una cosa clara, por mucho que la Junta de Andalucía llame Plan de Éxito Educativo a todo lo que aprueba (como el que acaba de presentar la consejera Adelaida de la Calle), hace ya 33 años que el Estado transfirió las competencias plenas en Educación a Andalucía, pero la diferencia consolidada entre los exitosos resultados de las mismas pruebas PISA a los chavales de Castilla y León y los pobres resultados obtenidos por los andaluces nos debería estremecer.