La polémica que ha surgido a raíz del uso de las nuevas tecnologías en el reciente Mundialito en el que participa el Real Madrid, y las quejas y críticas por el mal funcionamiento del sistema de la intervención del vídeo a la hora de decidir sobre la validez de una jugada debe ponderarse desde el punto de vista de que quién ha fallado es la persona y no la tecnología.

Si repasamos las escenas que se han producido en los dos encuentros polémicos veremos que en la primera el árbitro tarda demasiado tiempo en conceder un penalti, hasta el punto de que el juego seguía su curso, y solo es cuando recibe el aviso desde el centro de control cuando decide retrotraerse a la jugada que ya había finalizado y señala un penalti por la indicación de quien maneja el vídeo. Y en la segunda escena fue más esperpéntica todavía, porque primero le avisan de que es fuera de juego y luego que no. ¿Quién ha fallado? ¿La tecnología o quien la usa?

Desde luego, este sistema está funcionando desde hace tiempo con extraordinaria aceptación en la NBA y ha sido incorporado ya al baloncesto nacional y europeo, pero en jugadas en los últimos momentos que puedan ser controvertidas o decisivas, al punto de que los árbitros detienen el partido y se acercan a la mesa para revisar la jugada con el vídeo.

Pero no podemos achacar al sistema en sí que es malo, o que desnaturaliza la esencia del juego y del deporte. El sistema es bueno porque transmite seguridad en el desarrollo del juego a la hora de decidir sobre jugadas difíciles de detectar con el ojo humano, y aunque tengas cuatro árbitros en el terreno de juego, porque hemos visto en televisión que, en ocasiones, ni con la repetición de la jugada a cámara lenta se llega a saber cuál es la decisión correcta.

Por ello, el sistema de la tecnología del vídeo en el fútbol es una buena apuesta para restar polémicas, pero lo que debe hacerse es «saber aplicarlo bien», y no como se está haciendo en este campeonato de referencia, donde en las dos ocasiones quedó en evidencia. Pero lo curioso es que lo que se ha criticado es a la tecnología y no a quienes la aplicaron.

La introducción del vídeo en el fútbol debe sujetarse a tres supuestos: el fuera de juego, dificultades para conocer si ha sido gol, o la determinación acerca de si una jugada es penalti, o no. Y en estos casos debe ser el árbitro el que decida recurrir al vídeo, y no que le estén rearbitrando constantemente desde una cabina. Eso es lo que desnaturaliza el sistema y vuelve loco al árbitro como aquí ha ocurrido.

Debe hacerse como en la NBA o en la ACB o Euroliga. El árbitro decide cuándo para el partido y consulta y solo de esa manera se optimizará el uso de esta medida que evitará estériles polémicas cuando se aprecien las bondades del vídeo, como ya ocurre en el baloncesto. Y sí aquí funciona a la perfección ¿Por qué no va a hacerlo en el mundo del fútbol? Ello, salvo que entendamos que es más divertida la polémica del lunes para discutir si fue fuera de juego, gol o penalti. Pero eso ya es otro cantar€