El PP malagueño viene muy contento del congreso nacional de la formación, celebrado en Madrid. Será porque nadie se les ha resfriado. O porque han dado con buenos sitios para cenar.

El comité ejecutivo, máximo (y pequeño órgano) que dirige el partido y toma las grandes decisiones mantiene como únicos malagueños a Ángeles Muñoz y a Celia Villalobos. No han logrado ni Moreno Bonilla ni Elías Bendodo apearlas de ahí. Ambas son adversarias políticas de Bendodo. De hecho, éste no intenta (entre otras cosas) una moción de censura en Marbella porque tendría que darle la alcaldía pepera a Muñoz, a la que ya no quiere ni en pintura en su partido, y menos por cierto horizonte judicial que ella tiene. Está loco por ‘renovarla’. Villalobos sigue siendo Villalobos y continúa teniendo mucha (o alguna) influencia en Madrid. «Los niños» no pueden con ella. Con todo, el máximo puntal andaluz del PP en Madrid sigue siendo Javier Arenas, que continúa de vicesecretario, lo que da idea de lo que han cambiado las cosas. El PP andaluz tampoco ha logrado derribar a Cospedal. Joder con la cuenta de resultados.

En fin, el Partido Popular malagueño ostenta la presidencia de, tal vez, la más relevante diputación de España que controlen los populares y gobiernan la ciudad más importante de todas las que gobiernan: Málaga. Al PP de Málaga le salen los afiliados por las orejas y tiene muchos más en proporción (o términos relativos) que provincias más o igualmente pobladas. Sus alcaldes hacen una razonable gestión. Pues ahí están, a niveles de representación en la cúpula nacional del PP de, qué sabe uno, Albacete o Lugo, tal vez Córdoba, lugares sin duda menos peperizados. La propaganda del PP malagueño habla de la Junta Directiva, y de la inclusión allí de malagueños, bla, bla. Los hay sin duda, pero nadie ignora que ese órgano, de cientos de personas, es meramente decorativo.

Para decorativos, los cientos de cargos públicos del PSOE malagueño que acudieron a lo de Susana Díaz. Un poco más y no llegan. El símbolo de la modernidad andaluza, el AVE, se quedó varado y puso en peligro la llenitud del pabellón donde actúaba la deseada, que con cada acto de este tipo destapa más y más la curiosidad de la gente (de Despeñaperros para arriba) acerca de qué ideas tiene para gobernar. De momento sabemos que le gusta ganar. Eso decían en bucle los telediarios. Es un pasito.