na de las cosas buenas que tiene entrar a trabajar de buena mañana, aún casi de noche, en el Centro de Málaga, es la de poder disfrutar de la despejada soledad de sus calles. A las ocho de la mañana, unos pocos nos apropiamos de la calle Larios, el entorno del Teatro Romano y del Museo de Málaga o de los pies de La Manquita, vagando hacia la oficina pensando en qué se yo o no sé quién, o dejando ir la bicicleta sin más y sin el miedo a empotrarnos contra un muro de cruceristas apiñados en el centro de la calle Granada o contra una pizarra que ofrezca la coolest sangría in town. Esa imagen, de paz, de libertad, se reproducía este pasado jueves, pero a las doce del mediodía. La veía y no la creía. La calle Molina Lario, con la plaza del Obispo abriéndose allá al fondo, sin una solo mesa ni una sola silla en sus lindes. No era un fake, ni mucho menos, era el resultado de la aplicación de una ordenanza de ocupación de la vía pública. Una medida que va extremadamente lenta, para cabreo de las partes implicadas, a saber: los hosteleros que viven de un turismo que viene a Málaga para vivir sus calles, y unos vecinos que, como es lógico, quieren poder disfrutar de su barrio y también poder descansar en él sin un ruido excesivo. Y en esas nos encontramos, buscando solución concreta a un problema al que el Ayuntamiento de Málaga se propuso dar solución hace ya casi año y medio pero que tiene paralizada la mencionada ordenanza por no sé qué informes técnicos, cuando no hay que ser ni mucho menos ingeniero para saber dónde están en Málaga los puntos de saturación que quieren aliviarse. ¿Han dado una vuelta por El Cónsul un viernes por la tarde? ¿Han disfrutado del aire puro de la calle Calderería un sábado al mediodía? ¿Han atravesado alguna vez el desfiladero urbanístico que se crea entre mesas en la confluencia de las calles Denis Belgrano y Méndez Núñez? Pues eso. Una ciudad como Málaga que tiene el turismo y la hostelería como principales activos, apuntalados por un clima (aunque las últimas inundaciones lo hagan paradójico) envidiado en todas partes, no puede permitirse dilatar tanto una solución a este asunto. No puede ser tan difícil encontrar un equilibrio; es necesario hallar un término medio. Un ni para ti ni para mi. Un mitad.