Hoy es el cumpleaños de mi madre y contemplo en su cálido rostro -en toda ella- la encarnación de la quietud de los años transcurridos con abnegación y vividos sobre una sólida consigna: hacer el bien a su entorno y a todos quienes lo habitan. La figura materna se constituye en la primera vinculación guiada que la persona tiene con la ciudad; su simbolismo queda ceñido al veraz origen de la urbe como causa vital.

Releyendo una entrevista realizada al prolífico urbanista danés Jan Gehl, dedicado a aplicar la dimensión humana en la arquitectura, reflexiono sobre su propuesta de defender la reconquista ciudadana de las calles, alegato concluyente sobre la ocupación por la gente de las vías, los paseos, las avenidas, las travesías, los pasadizos, los pasajes, los bulevares€ Gehl nos advierte de la necesidad esencial de las ciudades por ser transitables. Caminar es la manera más grata de moverse por la capital, pero exige ir despacio: «No pierdes el tiempo, ganas la vida», apunta el arquitecto.

A colación con esta probabilidad, sonrío internamente cuando conozco el acuerdo institucional alcanzado entre el Ayuntamiento y la Junta de Andalucía para ejecutar el «proyecto de urbanización de la Alameda», donde el paseante será el esperado intérprete de la obertura que constituye esta gran ópera inconclusa: Málaga. Si a ello le sumamos mañana la aprobación por el consejo rector de la Gerencia de Urbanismo de una serie de actuaciones en los barrios, entre las cuales destacan la renovación de la plaza del Patrocinio, la recuperación del contexto del acueducto de San Telmo y la semipeatonalización de la calle Ancha del Carmen, nos vamos acercando al anhelo sostenible de humanizar el espacio urbano malagueño. Felicidades Mamá - prosperidad ciudad- por toda la bonanza conveniente que te espera por llegar. Así sea.