En este momento no podría describir la sensación que me recorrer el cuerpo. No tengo claro si es impotencia, o desgana. Lo que sí tengo claro es que es asco e indignación. Hace algunos meses, uno de mis artículos en esta casa, que titulé ´¡Árbitro, payaso!´ daba la vuelta a nuestro país por la denuncia pública que hacía sobre el trato que un árbitro de FAB Málaga había recibido por parte de varios padres y madres tras un partido de baloncesto de formación. Sí, señor, de formación. Hoy, tristemente tengo que pararme a escribir sobre este lamentable tema, pero con la tristeza de tener que hacerlo porque la línea del ¡uy, casi! se ha cruzado y de qué manera.

Este pasado fin de semana, otro chico del colectivo arbitral de la Delegación en Málaga de la Federación Andaluza de Baloncesto fue insultado, recriminado, zarandeado y golpeado por parte de varios padres que no estaban conformes con el arbitraje que éste había desarrollado durante un partido de la categoría infantil. Cuando el chico se acercaba a su coche, incluso cuando ya esta dentro de él para marcharse a disfrutar de su merecido descanso, varios energúmenos se le abalanzaron y la emprendieron a golpes con él para tomarse la justicia de la derrota de sus hijos en la pista por su cuenta. Hasta su chica, que le acompañaba en todo momento, recibió algún golpe por intentar separar y evitar que la cosa llegara a más.

Esto hay que pararlo. No sé de qué manera, pero esto no puede seguir así. Estamos hartos de defender nuestro deporte, hartos de querer evitar comparaciones con otros mundos donde estas situaciones desagradablemente son cotidianas. ¿Tiene que suceder algo de esto para que abramos todos los ojos y gritemos al mundo que basta ya? Otro chico, cuyo pasatiempo y afición nos permite a todos los entrenadores poder jugar cada fin de semana, ya está marcado a fuego por este asqueroso incidente. Llevo varios días dándole vueltas a una posible solución, pero de verdad que no la encuentro. Dan igual las charlas formativas, dan igual los valores de este deporte, da igual absolutamente todo, porque el problema no está en la pista, sino en las gradas.

¿Cuántos de esos padres que el otro día golpearon a este chaval han pensado que eso de las charlas para padres, educación deportiva para los mayores y pautas de comportamiento en una grada no es para ellos, porque ellos son formales y tranquilos? Hay que mirarse el ombligo y tener claro que una situación de frustración en la vida diaria no se puede curar con estas situaciones. Supongo que alguno de ellos hoy estará arrepentido, desolado y encerrado por lo que ha hecho, pero estoy también completamente seguro de que en toda esta historia se pasará página como si no hubiera pasado nada. Total, el verano está aquí y todo se calmará. Pero yo no estoy dispuesto a dejar pasar la oportunidad para una vez más tener claro que si nosotros, los entrenadores, los clubes y los estamentos autorizados podemos hacer algo, lo hagamos de una vez por todas. No hay que tener miedo a manifestarnos públicamente, a defender el que es el deporte más bonito del mundo, y sobretodo, el deporte que implica a miles y miles de pequeños cada fin de semana. El deporte de formación.

Hoy vuelve a ser un día triste, porque otra vez más seremos noticia por lo que pasó fuera de las pistas más que por las canastas y carreras que se han sucedido durante todo el fin de semana en las fases finales que se han disputado. Hoy es un día complicado para todos aquellos que sonríen y disfrutan con un silbato en la mano, que ocupan su tiempo libre permitiendo que todos nosotros podamos jugar cada sábado y domingo y nos permiten seguir la evolución y formación de nuestros jugadores y jugadoras como deportistas y personas. Pero también hay que ser sinceros y críticos, también es un día de esos en los que no tienes ninguna gana de saltar a la pista a entrenar con tus chicos. Ahora, explícaselo a ellos. Diles que ya le han pegado a un árbitro, y que los siguientes podemos ser nosotros. ¿Lo entenderán? Seguro que no, sobre todo si les cuentas que quien provoca esa desgana de seguir con el trabajo y la ilusión son esas personas que están en las gradas. Sí, esos. Sus padres.