Voy a ser el primer presidente malagueño de la Junta de Andalucía. Eso dijo Luis Merino en el año 82 y se pegó un importante batacazo, tercera fuerza política, quince escaños, batacazo no por malagueño, no por mal político, -gran tipo Luis- era otro contexto y su partido, la UCD defendía menos el autogobierno para Andalucía que un gato el derecho de los ratones.

Voy a ser el primer presidente malagueño de la Junta de Andalucía, dijo ayer Moreno Bonilla en un desayuno informativo del Foro Nueva Economía en el hotel Miramar, en uno de esos elegantones saloncitos donde quizá resuenen quejumbrosos ecos fantasmales de bailes de máscaras del siglo XX, marquesonas risueñas y escotadas y borbones inaugurando dependencias a paso de zascandil donjuanesco.

Bonilla promete un consejo de gobierno al mes en Málaga, una suerte de guiño descentralizador algo más sofisticado que el de los tiempos de Javier Arenas, que prometía radicar en la ciudad la Consejería de Turismo. Ya.

Aún se acuerda uno del despacho que se abrió Manuel Chaves en Málaga, que estará ahí, con una mesa inutilizada, un cartapacio lleno de polvo, una lámpara fundida, telarañas en un rincón y un bedel desnortado abriendo de cuando en cuando la puerta, que chirría desengrasada. Estas cosas despiertan la bicha del localismo, que es el PP el que más la alimentó en su tiempo. Y están las cosas como para ayudar a las fuerzas centrífugas o disgregadoras.

Bonilla prometió un nuevo hospital en Málaga. La gente es que es muy de prometer hospitales. Se aburren y van y prometen un hospital, terminan de merendar y no saben muy bien qué hacer y en vez de limpiar las migas van y prometen un hospital, se quedan en blanco en un discurso sobre la historia del Perú y prometen un hospital. Cada vez que se promete un hospital, chupito. Cada vez que se promete un hospital muere un gatito. O una persona desatendida y en una lista de espera. Los gatitos están borrachos y hay menos camas hospitalarias que en un hipódromo. Y de nuevo nos sale Chaves en el artículo, qué le vamos a hacer. El expresidente prometió un hospital en el Valle del Guadalhorce en un Día de la Provincia celebrado en Álora al principio de la pasada década y en presencia de Zapatero. Lo prometió para ya y tardó más de diez años. Si las promesas las carga el diablo, las promesas sobre hospitales las carga el diablo y toda su familia. Si escribir es llorar, escribir sobre hospitales en Málaga es que te caigan lagrimones como peras, de risa o de pena. Bonilla, cúranos a todos y cuídate de las promesas.