No niego en modo alguno la buena intención de quienes han seguido la llamada a manifestarse vestidos de blanco por el diálogo entre los gobiernos de España y la Generalidad. Sin embargo me parece que conviene destapar las trampas que se esconden debajo de esa aparentemente inocente postura.

1. El color blanco en todas las batallas es el de la rendición. Si lo adoptamos estamos rindiendo la Constitución ante los golpistas catalanes.

2. Otros pueden pensar que es la bandera de la tregua, lo que significa igualmente poner en plano de igualdad a la Constitución con los golpistas; también otra rendición. No cabe equidistancia alguna.

3. Habrá quienes pretenden visibilizar con el blanco un deseo de paz. Perfecto. Pero aquí no hay guerra ninguna. Se trata simple y llanamente de un golpe contra el Estado español que no se puede tolerar mínimamente. Demasiadas contemplaciones está habiendo con los golpistas.

4. Aunque se ha hecho hincapié en que es un movimiento espontáneo surgido de la ciudadanía, permítanme que no me lo crea. Es bien sabido qué partidos políticos defienden un diálogo-e incluso hay quienes han pedido una traidora mediación internacional-, del que no se dice ni sobre qué cuestiones ni con quién. Lo menos que debían hacer es decir claramente si consideran al actual gobierno de la Generalidad interlocutor válido para ese diálogo. No lo hacen ni lo harán porque saben que su futuro político y sus proyectos están en riesgo. No es lo mismo dialogar con los golpistas que con las autoridades de un futuro gobierno autónomo de Cataluña.

5. Cuando esa legítima posición política está siendo barrida por la opinión abrumadora que está manifestando el pueblo español, -el catalán incluido- quieren movilizar a personas bienintencionadas para visibilizar un peso político que están perdiendo a ojos vista. Muy significativo el lugar elegido en Madrid para manifestarse el sábado.

6. Cada vez veo más claro que con el blanco se pretende frenar el despertar del patriotismo español -ser patriota no es ser fascista como algunos descerebrados piensan- que va en contra de intereses políticos muy concretos.

7. Podría entender esta postura cuando se tratase de utilizar las banderas para agredir al otro. Pero estoy seguro de que la inmensa mayoría de los españoles no enarbolan la bandera constitucional de España contra Cataluña. Se esgrime -y no para agredir- contra unos independentistas catalanes que han prostituido la propia bandera catalana, han violado sus instituciones y quieren robarnos la soberanía constitucional a todos los españoles; en suma, por la unidad de España.

8. Habrá que recordar que aquí, la única agresión habida, lamentablemente consentida durante mucho tiempo, ha sido la que periódicamente han realizado los independentistas catalanes contra los símbolos de España en cualquier ocasión que se les presentaba, especialmente en los estadios de futbol. La libertad de expresión no puede amparar esas agresiones a los sentimientos de la inmensa mayoría de los españoles. Habrá que modificar el código penal al respecto, porque se empieza por los símbolos nacionales de España y ya estamos comprobando como se termina.

9. Por consiguiente nada de arriar banderas, y menos cuando el independentismo empieza a ser derrotado por los propios catalanes.