Una empresa canadiense busca terrenos en la Costa del Sol para un Eurovegas.

El Eurovegas que un multimillonario americano planeaba radicar en la Comunidad de Madrid hace unos años fracasó por muchos motivos. Uno de ellos es que pretendían que se pudiera fumar en todas las dependencias. Algunas autoridades españolas dijeron que no y otras que, bueno, que igual se podía hacer la vista gorda. La hicieron tan gorda que no vieron que se les escapó la inversión. No descartándose que de tanto fumar, los americanos estuvieran vendiendo humo. Hoy, lo que iban a ser casinos, hoteles, campos de golf, centros comerciales y hasta una playa artificial es un páramo. Aquí, sin embargo, hay playa. Nadie ha hablado de fumar. Triple Five, que así se llama la empresa, se ha fijado en unos terrenos en Manilva, entre Marbella y Manilva. O sea, han encontrado la aguja en el pajar. En la Costa del Sol, la aguja es un terreno grande y libre (con perdón) y apto para construir. El pajar es el enjambre de urbanizaciones.

No sabemos si los eurovegas prosperan, si este se llevará a cabo o no y si la industria del cenicero va a ser impulsada. Pero lo cierto es que el fenómeno ya nos ha legado algo: un término, una palabra, un sustantivo: «eurovegas». En mi pueblo van a poner un Eurovegas, mi ciudad suena para un Eurovegas, no veas el Eurovegas que hay en Barcelona, enséñame las fotos que os hicisteis en el Eurovegas, y en ese plan. Lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas, los que hemos tenido resacón en Las Vegas bien lo sabemos. Pero no sabemos qué pasa en los Eurovegas, y si es que los habrá. Los alcaldes de la Costa, de cualquier tiempo e ideología, siempre han soñado con el euroveguismo (un pelotazo aquí y allí lo mismo). De hecho, el litoral está jalonado de euroveguitas.

Al que suscribe, todo lo que sea la llegada de dinero, empleo y cachondeo le parece bien. Son miles de millones de inversión. Pegas medioambientales no tengo, de hecho el medioambiente que había, y el otro medio, ya están destruidos. Jugar es el único vicio que me falta, así que lo que sí tengo claro es que no voy a entrar en el casino, no vaya a ser que me guste y me tenga que apostar la camisa en el black jack o la colección de aforismos en la ruleta.

No me quiero ni imaginar que gano y me llevo a casa el doble de aforismos de los que tengo. No sabría donde meterlos. La gente es que no se hace una idea. Están todo el día con esos pensamientos elevados y espirituales y no reparan en estas cosas cotidianas y prácticas como donde meter los aforismos. Aquí va uno: «A veces fumo sólo para adjetivar como Pla». Que si levantara la cabeza y viera un eurovegas diría lo que Julio Camba al atisbar desde el barco las luces de Manhattan: Todo esto quién lo paga.