Cómo voy a tener calor esta semana! Varios niños han muerto abrazados, abrasados en los incendios que asolaron Atenas. ¡Calor ni calor! Centenares de personas inmigrantes (no es lo mismo que decir inmigrantes sólo) nos han vuelto a llegar con los ojos llenos de sudor y mar. Empiezan a ser miles. Pronto demasiadas personas se dividirán entre las que sienten un miedo frío al verlos saltar la valla de Ceuta con esos cuerpos jóvenes y musculados, y las que sólo sienten pena al verlos reír agradecidos con sangre en las manos y sudando de calor, de color. Dos sirenas habituales, Xenofobia y Demagogia, ya acuden con sus cantos a comerles las orejas a unos y otros respectivamente.

Cudeca y Yusuf

Pero sí hacía calor. Lo notamos quienes estuvimos en el centro de ingreso de Cudeca ayer, en Benalmádena, celebrando la primera piedra del futuro edificio de investigación y formación en cuidados paliativos a la manera en que Cudeca cuida, se nos mezclaron el sudor y las lágrimas. Y no sólo porque son muchos los recuerdos que de aquella paz dolorida se asoman por las ventanas del edificio de color albero (recuerdos que, en mi caso, también terminaron, como los niños griegos, abrazados a la habitación 9). El mecenas estuvo allí, junto a la gran hacedora Joan Hunt, cada día más sentada pero cada día más guapa. El empresario farmacéutico indio Yusuf Hamied y su elegante esposa Farida, finalmente, financiarán la totalidad de la obra. La noticia brotó en el mismo acto de los labios del propio Yusuf, lo que hizo llorar a Marisa Martín -y quizá a Suzanne y a otros fundamentales en Cudeca, aunque no le vi bien la cara-. No se trata de destacar sólo que, según Forbes, Yusuf tiene un patrimonio de 1,58 miles de millones de dólares. También su aportación a la fabricación de medicamentos genéricos baratos en el mundo y, en concreto, a que los retrovirales contra el SIDA en África lleguen hoy a millones de enfermos.

Abrazados

Llegué a casa contento. Me cambié de camisa, eso sí. Puse la radio. Me puse a escribir. Más gente abrasada. Una pareja abrazada. Un joven griego contaba cómo sus padres habían perecido también en los infiernos desatados. Quiero decir, en los incendios provocados. La historia es tan triste como hermosa. Se supo que uno de los cadáveres era el de su madre por la prótesis que ésta llevaba. Su discapacidad le impedía huir hasta la playa cuando llegaron las llamas a la casa. Su padre sí pudo haberse ido. Ambos aparecieron calcinados, sin embargo, abrazados entre las cenizas…

En Málaga hay gente abrazándose para salvar La Mundial.

Se armó la mundial

El verbo abrazar es acogedor, por tanto. Sirve para una tragedia y para una reivindicación. Abrazarse alrededor de una causa produce abrazos reales por el camino. Pero no necesariamente adscripciones más o menos confesables. Lo recalco como respuesta a quienes nos culpan de apoyar consignas políticas a los que defendemos La Mundial o que el hotel rascacielos no se haga en el morro. No hablo ya de lo de etiquetarnos a todos como provincianos y demasiado romos estética e intelectualmente (a mí eso no me importa e incluso puede que en mi caso sea verdad). Pero hay malagueños que defienden La Mundial que votan libremente y malagueños que no son de los partidos que ahora plantan batalla política en ese sentido (ni del que antes parecía que la plantaría, pero luego no y ahora sólo un poco, la mitad, o sea, ná).

Se desarmó La Mundial

Respecto al primer asunto, la traza urbana que cosía con su huella patrimonial e histórica el viejo edificio de La Mundial, en la zona del Hoyo de Esparteros, en el cada vez menos centro histórico de Málaga, merecía, aun con pocas luces, un poquillo más de afecto, aunque la Junta aún no le haya otorgado protección alguna (ni el ayuntamiento se la haya pedido, obviamente). Eduardo Strachan, los Loring y los Heredia, estuvieron en su origen como palacete de los condes de Benahavís, en 1894. Además, un edificio sin relevancia no podría haber sido sede del Gobierno Civil, como lo fue La Mundial en 1923. Y así hasta que terminó como pensión La Mundial, la que ya todo apunta que terminará enterrada por el poderoso cubo de Moneo. A alguien excesivamente generoso con mi perfil, en Twitter, le respondí lo que me gustaría que quedara claro aquí: Hay que razonar con libertad y sin miedo lo que uno defiende. Y más si a uno no le mueve interés particular en ello.

Los intereses contados

Que toda la vida es cuento y los cuentos intereses son. Vayan al teatro este fin de semana. Hay mucho que ver y muy bueno en Málaga. Romeo y Julieta, de Pata Teatro, en ese patio de colegio de la Plaza de la Constitución donde la Peña Juan Breva cantaba en Feria. El musical La Familia Adams en el Cervantes, en cuyos primeros cinco minutos ya se acumula más talento que en toda la segunda parte de Mamma Mía. Y las princesas de cuento que ya no quieren ser princesas, en el Echegaray. Teatroz… Porque hoy es Sábado.