Del vasito de agua siempre se olvidan. Lo pides al final, como quien no quiere la cosa, un bocadillo de jamón, un café con leche y, ah, un vasito de agua. Y claro, pasa lo que pasa, que como parece que no quieres la cosa pues no te la traen. La cosa. O sea, el vaso de agua.

En algunos países ponen jarras de agua en las mesas. Gratis. En otros te sirven café todo el rato, te llenan el vaso. Será porque es como agua. Agua y café. Aguafé. O cafagua. Del vasito de agua siempre se olvidan. Y te quedas como si no hubieras desayunado. No es lo mismo un café y un par de churros con tu agua después que sin ella. El agua, para el que se la trabaja. Hay que pedir el vaso con firmeza. Y sin diminutivo. Y tener cuidado de no decir agua a secas. Si dices traigame un bollo crema y agua, entonces te colocan una botella. De plástico de ese que no se descompone ni en siglos y que puede que contenga agua del grifo.

El agua es un buen escaso, por eso yo bebo vino. Lo que acaba de leer parece una frase de Groucho. Ni siquiera es mía. Queda bien (mejor quedaría con whisky) y por eso la coloco ahí. Un columnista que se precie siempre ha de tener un armario de frases aptas para un apuro o para una columna. Yo he abierto mi armario y he visto esa: «El agua es un bien escaso, por eso yo bebo vino». También he visto: «alcalde, regálame un solar» pero debe ser de un artículo viejo o de otra temporada. Lo mismo se queda sin usar o lo mismo la utilizo un día de estos. O es un plagio.

Pedir agua a secas puede ser una paradoja. Claro que el agua la pedimos cuando estamos secos. Del vasito de agua siempre se olvidan. El joven camarero va y viene con curasanes, Cola Caos, batidos, un té con leche en taza con sacarina, un descafeinado de máquina con leche sin lactosa, un donut, dos pinchos de tortilla y hasta un crêpe.

Todo se derrumba a tu alrededor cuando descubres que en tu bar de toda la vida han comenzado a hacer crêpes. Se han afrancesado. De ahí a darte los buenos días va un paso. Del vasito de agua siempre se olvidan, joven lo de siempre, sí y un vasito de agua, el camarero se va y maneja la bandeja con precisión de relojero alemán. O sea, casi suizo pero no suizo. No se le cae nada pero no parece muy seguro, un cortado, un crema, una tostada con mermelada, una torta de aceite, ¿tienen tortilla de calabacín?, no señora, eso es los jueves. Ah, pues un helado de vainilla y un vasito de agua.

El agua de buena mañana y tras el desayuno tonifica y sienta bien. Por lo menos a mí. Sobre todo si en la cena he abusado del jamón, un alimento a veces la mar de salao. Del vasito de agua siempre se olvidan.